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Una nueva hipótesis relacionada con el origen de la vida

Una hipótesis que goza de bastante aceptación sobre el origen de la vida es la que podríamos llamar el mundo de ARN: moléculas de ARN que se replicarían y que serían capaces de catalizar otras reacciones. Ambas cosas se han producido en el laboratorio, donde se ha conseguido la replicación de ARN y se han descubierto los ribozimas, moléculas de ARN que como los enzimas son capaces de catalizar reacciones bioquímicas, incluida su propia replicación.

Pero las moléculas de ARN son poco estables, menos cuanto más largas son y en la hipótesis mencionada no se da cuenta de cómo podrían esas moléculas dar lugar a los péptidos o cadenas de aminoácidos que constituyen las proteínas, el otro componente fundamental que deberían haber tenido los protobiontes. En cierto modo, nos encontraríamos en el dilema del huevo y la gallina: ¿fueron primero los ácidos nucleicos o las proteínas? En condiciones de laboratorio que pretenden imitar las de la Tierra primitva se han obtenido tanto los componentes de los ácidos nucleicos como los de las proteínas, y también en laboratorio se han conseguido formar, por una parte, ácidos nucleicos y, por otra, polipéptidos, cuya única diferencia con las proteínas es que estas se forman en los seres vivos siguiendo las “instrucciones” de los ácidos nucleicos. Actualmente goza de más aceptación la idea de “los ácidos nucleicos primero”. Sin embargo, se desconoce cómo estos pudieron producir proteínas o asociarse con ellas. Del mismo modo, quienes aún creen que primero fueron las proteínas no son capaces de explicar cómo llegaron a asociarse a la información de los ácidos nucleicos. De modo que nos encontramos en un callejón sin salida.

Parece un nudo gordiano. Alejandro Magno deshizo el nudo de Gordio cortándolo con su espada. Y a mi modo de ver Felix Müller y siete bioquímicos más han hecho como Alejandro Magno y lo han explicado en Nature este 11 de mayo. Han estudiado los ARN de transferencia (cortas cadenas que capturan un determinado aminoácido y lo llevan a la “factoría” de síntesis de proteínas, los ribosomas, donde se ensambla con otros para formar una proteína) y los ARN ribosómicos (que forman parte fundamental de esa “factoría”, los ribosomas) y hacen notar que, además de las bases nitrogenadas canónicas (las que intervienen en el código genético, a saber, adenina, guanina, citosina y uracilo), presentan otras “atípicas” que se considera que son “fósiles” de los ARN primitivos, restos del último ancestro común. Y se fijan en ellas, señalando que en algunos casos los nucleósidos (un nucleósido consiste en una estructura formada por el azúcar ribosa y una base nitrogenada o nucleobase) de esas bases “anómalas”, que ocupan posiciones determinadas en la cadena de ARN, se unen a aminoácidos, formando complejos ARN-aminoácidos y si están cerca unas de otras pueden sintetizar péptidos. Para comprobarlo, hicieron una serie de experimentos con dos “juegos” de cadenas de ARN complementarias unidas a aminoácidos, consiguiendo la síntesis de polipéptidos al tiempo que se forman complejos ARN-polipéptidos, potenciada por los mismos aminoácidos unidos a las cadenas de ARN. Quien quiera enterarse de los detalles, puede consultar Felix Muller et al. “A prebiotically plausible scenario of an RNA-peptide world” en Nature 11 de mayo de 2022.

Visto esto, parece lo más sensato pensar en un mundo de complejos ARN-polipéptidos.

Agosto de 2022

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