Julio Loras Zaera

fortanete

Profesor Francho de Fortanete A la luz de la ciencia. Biología y asuntos humanos

Perros, adiestramiento y telómeros o confundir la gimnasia con la magnesia

Los telómeros son segmentos de ADN no codificante, constituidos por muchas repeticiones en tándem de una determinada secuencia de bases, que constituyen los extremos de los cromosomas y cuya función es mantener la integridad y las funciones de los cromosomas. En cada división celular, los telómeros se acortan, lo cual lleva con el tiempo a la senescencia celular, a la apoptosis o muerte celular, a desorganización de los cromosomas…, lo que produce el envejecimiento. Hay un enzima, la telomerasa, que, añadiendo secuencias a los telómeros, los puede restaurar. Se encuentra en las células germinales, en las células sanguíneas y en ciertas células madre. Aunque no solo se acortan, sino que en algunos casos pueden alargarse (tal vez por acción de la telomerasa). Por ejemplo, se ha visto que en niños de ambientes desfavorecidos se acelera su acortamiento, pero al parecer se alargan en niños de entornos favorecidos.

Hay bastantes estudios en humanos sobre los telómeros y, al parecer, está establecido el papel de su acortamiento en el envejecimiento. De hecho, en bastantes casos se usa como biomarcador del envejecimiento y de la posible esperanza de vida. Muchos de esos estudios se centran en los posibles factores que influyen en su acortamiento, desde el estilo de vida al ejercicio de funciones cognitivas. Pero hay pocos estudios centrados en animales.

Uno de estos estudios ha sido publicado el 5 de este mes y los animales que estudia son los perros domésticos (https://doi.org/10.1371/journal.pone.0317332). Se investigan diversos factores que podrían afectar a la longitud de los telómeros, desde la dieta, pasando por el sexo o la edad, etc. hasta la entrenabilidad o capacidad de aprender a lo largo de la vida. El seguimiento duró un año y se empezó con unas pruebas cognitivas estandarizadas. Los 116 perros del estudio, todos de más de 6 años, en cuanto a la dieta, se dividieron en un grupo con dieta enriquecida y otro de control. También se revisó el historial de entrenamiento de cada perro.

Para medir los telómeros, se tomaron muestras de la mucosa bucal al principio y al final del estudio (la mucosa bucal se caracteriza por tasas estables de renovación celular y su obtención es mínimamente invasiva) y se utilizó un método genómico estándar basado en PCR que permite determinar la longitud relativa de los telómeros.

Mediante la aplicación de métodos y modelos estadísticos, se vio que el único predictor informativo de la evolución de los telómeros era la entrenabilidad, entendida como la capacidad de aprender cosas nuevas durante más tiempo: los perros más entrenables reducían sus telómeros en menor medida.

La verdad es que a mí no me sorprende este resultado y lo achaco a la neotenia, la permanencia de rasgos infantiles o juveniles después de la madurez sexual. Parece que los humanos, que somos neoténicos, sufrimos el acortamiento telomérico a muchísima menor ritmo que otros animales, entre ellos los chimpancés y de hecho se nos ha descrito commo crías de chimpancé sexualmente maduras. En correlación con esto está nuestra mucho mayor esperanza de vida. Conjeturo que los perros que aprenden toda su vida retienen rasgos infantiles y envejecen más lentamente. Hago notar que el hecho de que la entrenabilidad sea el único predictor de los que se han ensayado no significa que sea la causa de la lentitud del envejecimiento. Más bien creo que lo es la neotenia, la retención de rasgos infantiles y juveniles, que sería a la vez causa de la entrenabilidad y del bajo ritmo de reducción telomérica. Es solo una conjetura, porque no he sido capaz de encontrar estudios centrados en el ritmo de acortamiento telomérico por edades.

Ahora os preguntaréis qué tiene que ver esto con la confusión entre gimnasia y magnesia. Nada, en cuanto al trabajo comentado, que es muy claro: los perros más capaces de aprendizaje mantienen mejor los telómeros. Nada dice del ejercicio de esa capacidad mediante el entrenamiento. Está claro, ¿no? Es su capacidad, no el ejercicio de la misma, lo que protege los telómeros. Bueno, pues eso no está nada claro para El Periódico, que el día 7 de febrero daba la noticia de esta investigación. Si bien el titular y el subtítulo eran fieles a las conclusiones del trabajo, en la entradilla se decía que los perros domésticos que se mantienen entrenados mantienen sus telómeros en mejor estado y envejecen menos, lo cual nada tiene que ver con el trabajo comentado. No son los perros que se mantienen entrenados los que envejecen más lentamente, sino los que son capaces de aprender cosas nuevas durante toda su vida. Una capacidad no es una práctica, aunque la práctica sea necesaria para detectarla.

La pifia del diario me llamó más la atención, porque me parece indicativa de una tendencia general en cuestiones de salud: desde la supuesta lucha de los enfermos de cáncer hasta las recomendaciones de hacer ejercicio a quienes padecen tendinitis. Se trata de hacer responsable a cada uno de su salud sin tener en cuenta que en ella influyen factores que uno no puede controlar, desde trabajos agotadores, pasando por contaminaciones diversas, o el estrés crónico provocado por la desigualdad y la subordinación, hasta lla herencia genética. Esa moda ha llevado a los redactores del mencionado diario a interpretar muy erróneamente la investigación sobre los perros en el sentido, descartado por el trabajo, de que los perros que se entrenan permanentemente envejecen menos.

Febrero de 2025

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