Profesor Francho de Fortanete

Búhos de juguete en el Calcolítico o las anteojeras simbolistas

El 1 de diciembre pasado apareció en Scientific Reports la exposición de un estudio promovido por Juan J. Negro, ecólogo evolutivo, y realizado por él, Guillermo Blanco, también ecólogo evolutivo, Eduardo Rodríguez, profesor de ciencias experimentales, y Víctor M. Díaz, historiador del arte. El estudio versaba sobre las placas en forma de búho halladas en multitud de yacimientos del Calcolítico o Edad del Cobre. Puede llamar la atención que tres de ellos sean profesionales de ciencias que poco parecen tener que ver con el arte o con la prehistoria, pero en la ciencia no se piden credenciales de una “formación profesional” específica y a veces las contribuciones de científicos “legos” en la materia despejan caminos cegados por la tradición de una especialidad, lo que me parece ser el caso. Incluso para hacer evidente lo que sin las anteojeras de los especialistas podría serlo.

En el Calcolítico se produjeron masivamente placas de pizarra grabadas en el sudoeste de la Península Ibérica, placas que se han encontrado en numerosos lugares. Son placas del tamaño de una mano y parte de ellas tienen dos ojos grabados en vista frontal cerca de su extremo. Muchas de estas tienen también un par de perforaciones simétricamente situadas por encima de los ojos. Se interpretan en el artículo como imágenes de dos especies de búhos presentes en la zona, el mochuelo y el búho chico, que seguramente eran bien conocidas por las gentes de la zona en la Edad del Cobre. Los autores señalan que aún hoy las rapaces nocturnas suelen representarse en vista frontal, a diferencia de otros animales que se representan casi invariablemente de perfil. Además de los cientos de placas de pizarra se han hallado placas y tallas de similar tamaño y con la misma clase de grabados de arenisca, de falange de caballo, etc. Las de pizarra serian más fáciles de fabricar, requiriendo poca destreza y utensilios más sencillos y menos duros que las otras.

Cuando se descubrieron a finales del siglo XIX, los prehistoriadores consideraron que su finalidad fue religiosa y/o simbólica. Más tarde se afinó la hipótesis y se supuso que se trataba de ídolos que representaban una diosa femenina. Otros consideraron que, dado que se suelen encontrar en tumbas, tanto colectivas como individuales, representaban a los propios difuntos. En general no se suele atender demasiado a que evidentemente representan búhos.

Dos hipótesis se plantean los autores del estudio:

  1. Las placas y otros objetos similares con dos ojos frontales están inspiradas en búhos auténticos representados de forma figurativa o abstracta.

  2. Dada su facilidad de confección pueden haber sido fabricadas por niños y tener una función recreativa (es decir, serían juguetes), lo cual no impide que en algún momento hayan podido cumplir funciones simbólicas (como ofrendas votivas en las tumbas).

La primera hipótesis queda confirmada por la comparación de esas figuras con las dos especies de búhos de la zona. A mi me parece que ni siquiera es una hipótesis, sino más bien una evidencia, aunque era conveniente formularla y comprobarla porque últimamente se habla de esas figuras como “ídolos antropomórficos”. La comprobación se hizo de forma muy rigurosa, mediante cotejo de seis rasgos morfológicos, y dio como resultado que los búhos de la zona habían sido los modelos. Ved, si no, una muestra de esas figuras.

Se descartaron las figuras con uno o ningún agujero, como no representativas de búhos, por la siguiente razón. Representar las plumas que dan apariencia de orejas tenía que resultar muy difícil por la fragilidad de una pieza de pizarra tan fina y se recurriría a insertar plumas reales para ello. Los agujeros tienen la medida idónea para insertar las plumas (los autores no creen que fuesen para pasarles un cordón y fabricarse un colgante, ya que los objetos similares tallados en tres dimensiones no tienen esos agujeros y estos no muestran desgaste). En cambio, las figuras que no se parecen a búhos no llevan los dos agujeros.

Para la segunda hipótesis se tomaron 100 dibujos de búhos hechos por niños actuales de 4 a 13 años de edad y se evaluaron los mismos seis rasgos con que se evaluaron las figuras de pizarra y valorando su complejidad. Los de los niños actuales coincidían mucho con los de las placas calcolíticas, lo cual va en favor de la hipótesis de que fueron confeccionadas por gente muy joven y poco experta (niños).

A mí, esto me recuerda lo que me contaba mi madre de su niñez. Sus padres eran pastores trashumantes y la familia pasaba el invierno en una caseta de una finca rustica. Ella y mi tía no tenían juguetes, pero se los confeccionaban con fragmentos de ollas rotas, especialmente asas, que grababan con una aguja saquera. Así tenían muñecas, muñecos, ovejas, cerdos y gallinas. Creo que hasta los tiempos modernos todos los niños hacían lo mismo, incluidos los del Calcolitico.

Isabel Caricola y catorce investigadores más analizaron (Scientific Reports, 12/04/2022) diez dagas de tumbas italianas de la Edad del Bronce, hallando restos de materia orgánica procedente de músculos y tendones de reses, especialmente en el filo, concluyendo que, sin desmerecer su papel simbólico deducido de su presencia en las tumbas, su función primordial había sido destazar animales para la alimentación y, tal vez, la defensa en la lucha de proximidad. Es decir, su papel principal sería algo tan “terrenal” como la carnicería.

Estas cosas han tardado en descubrirse y me parece que la tardanza se debe a la pesada influencia de filósofos como Cassirer, que “descubrió” que el hombre es un animal simbólico e hizo de ello la esencia de nuestra naturaleza. Desde entonces, y siguiendo una larga tradición idealista, han sido legión los antropólogos y los prehistoriadores que han encontrado símbolos por todas partes, obviando que no somos solo simbólicos, que comemos, copulamos, jugamos y muchas otras cosas vulgares.

El único caso que conozco en que ese obnubilamiento simbólico ha aflojado es el de las monedas que los griegos antiguos ponían sobre los ojos de sus difuntos, para que pagaran al barquero Caronte. Se trata de algo altamente simbólico, pero que yo sepa, a diferencia de las dagas italianas, nadie ha negado que la función primordial de las monedas sea el intercambio comercial. Creo que pasaría lo mismo con los panes que se ponían en Albacete en los años 30 en los ataúdes “para el viaje” del difunto: nadie diría que la función primordial de los panes no es la alimentación de los vivos. Pero es que estos casos son más que evidentes y cuando la cosa no está superclara a primera vista se acude de cabeza a lo simbólico.

En marzo, los medios dieron noticia del hallazgo en la Cova de la Vila de la Febró de unos grabados del Neolítico tardío o del Calcolítico supuestamente realizados por pastores. Se interpretó como expresión de la cosmogonía de aquellas gentes. Lo que me llamo la atención es que los investigadores hablaran, respecto a las figuras abstractas que aparecían, de un “dios” de ojos “saltones”. No he visto imágenes del mural, pero en seguida me vino al pensamiento la posibilidad de que ese “dios” fuese otro búho.

Agosto de 2023

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