"Creencias en brujería en el mundo" (1)

El entrecomillado es parte del título de un trabajo basado en varias olas de macroencuestas pasadas por distintos medios a una gran muestra de adultos de 95 países distribuidos por los cinco continentes. Su autor es Boris Gershmann y se publicó el 23 de noviembre de 2022 en PLOS ONE. Es el primer trabajo de esta amplitud sobre el tema de la brujería y aunque faltan las muestras de otros 100 países, la muestra global es representativa de la mitad de la población del planeta y en el ámbito de los países estudiados, las muestras representan entre el 70 y el 95 % de sus poblaciones.

Lo primero que llama la atención de los resultados de las encuestas es que indican que en el ámbito mundial, al parecer, la creencia en la brujería es universal, yendo, por ejemplo, del 9 % en los casos de Suecia o los EEUU (más adelante explicaré por qué no me acaba de cuadrar esto segundo) a más del 90 % en Kenia, Marruecos o Túnez, pasando por más de 20 % en España o más del 40 % en Venezuela (no me extraña que su presidente hablase con su antecesor difunto en forma de pajarito).

Los resultados de las encuestas se pueden ver en este mapa:


Es una lástima que las encuestas no abarcasen con la misma representatividad los países como la India o China, donde viven dos mil millones de personas, pero Gershmann no se arredra por ello y se atreve a sacar conclusiones sobre determinadas correlaciones entre la creencia en la brujería y diversos factores políticos, sociodemográficos y psicológicos.

De la encuesta se concluye, en cuanto a factores sociodemográficos, que estas creencias son más probables, aunque las diferencias son pequeñas, entre jóvenes y, cosa contraintuitiva, entre residentes en áreas urbanas. Las personas más educadas y económicamente seguras tienen menos probabilidades, nos dice Gershmann, de creer en la brujería. También nos dice que la creencia en brujería es más probable en los hogares mayores. Atención a esto, porque hay explicaciones causales antropológicas que se basan en ello. Lo mismo sucede con las personas con educación superior frente a las que solo tienen primaria o secundaria. Al final veremos que estas correlaciones pueden ser redundantes.

Aparentemente se da otra correlación con la adscripción religiosa cristiana o musulmana, creyendo más los musulmanes que los cristianos, pero la correlación es engañosa y se atribuye a la consideración de la religión mayoritaria de cada país. Dentro de los países en que coexisten ambas religiones no aparece esa correlación, creyendo en la brujería tanto los unos como los otros. La que no es aparente es la correlación respecto a ser creyente religioso o ser indiferente, agnóstico o ateo. Es significativamente menos probable que crean en brujería estos últimos. Aunque esto no se puede decir con seguridad, puesto que los “no afiliados” se concentran en Europa y América del Norte, constituyendo minorías pequeñas en otros países. Lo que si queda claro es una correlación fuerte entre creencias religiosas y creencia en brujería. El caso de los “no afiliados” es parte de la hipótesis antropológica que he mencionado más arriba.

Esto en cuanto a aspectos individuales. Cuando se toman agregados como los países aparecen otras correlaciones, según el autor. Así, y aquí alude a los trabajos de Evans-Pritchard sobre los azande (1937) y de Kluckhohn sobre los navajos (1944), que concluían que la brujería contribuía a la cohesión y la conformidad de los grupos, conforme a esa hipótesis, encuentra una correlación entre la creencia en la brujería y las instituciones formales poco eficaces que permiten que muchas funciones necesarias a la sociedad se cubran por instituciones informales, favoreciendo la cohesión y la conformidad. Las creencias sobre la brujería están sustancialmente más extendidas en países con instituciones formales débiles, poca influencia estatal en la vida cotidiana de la gente y Estado de derecho de escaso o nulo desarrollo. El primer conjunto de métricas utilizadas para este análisis son índices basados €en la opinión de expertos sobre el estado de derecho, la eficacia del gobierno, el control de la corrupción, la eficiencia de la administración tributaria, la legitimidad de las autoridades políticas, el funcionamiento adecuado del sistema de justicia y la seguridad de la propiedad. Retengamos esto, porque cabe una interpretación distinta de la hipótesis de Evans-Pritchard.

Ahora viene algo que me parece muy interesante: las creencias de brujería y los miedos relacionados están asociados con la erosión del capital social, incluida la disminución de la cooperación y la ayuda mutua, la desconfianza y una falta general de interacciones sociales amistosas . De acuerdo con esta noción, muestra que los países con creencias de brujería más extendidas se caracterizan por relaciones sociales tensas que se manifiestan en niveles más bajos de confianza “generalizada”, confianza en los vecinos, confianza en el grupo externo y una proporción menor de personas que creen que pueden encontrar un socio comercial de confianza fuera de su país. propia familia (WVS/EVS; PRC; GWP). Estrechamente relacionada con la desconfianza está la disminución de la “justicia generalizada”, es decir, la percepción de que las personas intentan ser justas en lugar de aprovecharse de los demás (WVS/EVS). Las relaciones comunitarias rotas se reflejan además en una menor importancia de los amigos y el tiempo libre en la vida, como se informó en WVS/EVS. Finalmente, los últimos tres paneles muestran que el comportamiento prosocial, además de las actitudes, también se asocia negativamente con las creencias de brujería. Esto incluye niveles más bajos per cápita de donaciones voluntarias de sangre a personas que no pertenecen a la familia [ 20 ] y menos respuestas positivas a encuestas sobre experiencias recientes de contribuciones benéficas y ayuda a extraños necesitados (GWP). Me atrevo a afirmar que esta correlación contradice la teoría de Evans-Pritchard expuesta en el párrafo anterior.

Hay más, como correlaciones con el fatalismo, con la resistencia a la innovación o la desconfianza, pero no me extenderé en ello, porque mi conclusión es que prácticamente todas las correlaciones se deben fundamentalmente a una única causa.

El artículo acaba con una larga serie de recomendaciones para aminorar esas creencias y su impacto. En la medida que creo que el diagnostico es confuso por ecléctico y teóricamente desorientado, esas recomendaciones me parece que serán de poca utilidad. Pero de ello hablaré en la segunda entrega.

Julio de 2023


 


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