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El canibalismo sexual de las arañas

El canibalismo sexual es un lugar común en la literatura de divulgación científica y, aunque menos, en la propiamente científica sobre las arañas. Se suele creer que las arañas hembra, que suelen ser bastante mayores que los machos, los devoran después de la cópula con ellas. Y se dan varias explicaciones de ello, siendo la más popular la aportación sustancial que suponen los nutrientes del macho para la hembra e, indirectamente, para el desarrollo de los huevos. En esta explicación se supone que el macho, teniendo pocas perspectivas de copular con otras hembras, “se sacrifica” en bien de su descendencia.

Sin embargo, en varias especies de arañas los machos tienen una esperanza de vida que les permite vivir durante varias estaciones de reproducción. Y sobre todo, que no se suele observar en ellos un comportamiento que facilite su ingestión por la hembra. En algunas especies, los machos envuelven a la hembra con una red de hilos de seda que la inmoviliza el tiempo suficiente para que el macho copule y escape de su alcance. Y experimentos con especies de arañas tenidas por las más caníbales han probado que los machos canibalizados eran el 60 %. La mayoría, sí, pero con una minoría nada desdeñable del 40 % que escapaban de la voracidad de la hembra.

Creo que la explicación a que he aludido es elegante, pero tiene el inconveniente de que en muchas especies el comportamiento de los machos no se ajusta a ese “sacrificio” en aras de la descendencia. Y, sobre todo, que si fuera acertada sería de aplicación parcial y no a todas las especies. Es decir, debería estudiarse el comportamiento sexual de muchas especies distintas para poder enunciar una hipótesis general, o tal vez ni siquiera eso. Una explicación general sería, simplemente, que las hembras atacan a todo animal más pequeño que ellas que se ponga a su alcance.

A propósito de los machos que escapan de la voracidad de las hembras, recientemente se ha descubierto que los de la araña comunitaria Philoponella prominens poseen un curioso mecanismo mediante el cual escapan eficazmente de la hembra tras la cópula, por el que se catapultan literalmente a gran velocidad lejos de la ella. El mecanismo implicado reside en el primer par de patas, en la articulación tibia-metatarso. Durante la inserción del pedipalpo, su ángulo es de unos 60º. Las articulaciones tienen unas vainas o tecas elásticas con más superficie en la articulación tibia-metatarso. Durante la cópula se acumula energía lentamente en esa articulación, energía que es liberada casi instantáneamente cuando termina la cópula y la articulación adopta un ángulo de 180º, con lo que el macho sale disparado a gran velocidad yendo a parar lejos de la hembra.

Esto se ha descubierto mediante experimentos en los que, entre otras cosas, se eliminaron patas de los machos, resultando que si se eliminaba el primer par, no había apareamiento, mientras que si se eliminaba alguna otra pata o algún otro par, los apareamientos tenían lugar normalmente y los machos escapaban de las hembras. Los detalles los podéis encontrar en el artículo de Shichang Zhang y otros investigadores chinos publicado en Current Biology el pasado 25 de abril.

Mayo de 2022