Las venus paleolíticas y el materialismo cultural

El materialismo cultural es una corriente de la antropología cuyas asunciones fundamentales son, por un lado, que los humanos nos movemos por la satisfacción de las necesidades mundanas (comida, bebida, refugio, sexo, afecto…) aunque puedan pesentarse prima facie como necesidades intelectuales o espirituales y, por otro, que como promedio actuamos, pensamos y creemos de manera que perseguimos, consciente o inconscientemente, un balance favorable entre los costes y los beneficios, en las condiciones dadas, de nuestras acciones, pensamientos y creencias. Es algo que no se puede ni verificar ni refutar, no son hipótesis de trabajo, sino guías para la formulación de hipótesis que se puedan verificar o refutar. Y no es necesario que los antropólogos que formulan esas hipótesis verificables se adscriban al materialismo cultural, aunque es esta corriente la que más hipótesis y teorías ha formulado en consecuencia con la orientación de esos principios elementales. Por ejemplo, hace unas cuantas décadas, el difunto Roy M. Rappaport realizó durante varios años trabajo de campo entre horticultores de tala y quema de Papúa-Nueva Guinea, describiendo un ciclo ritual que comprende la plantación de un árbol de una determinada especie, la cría de cerdos, la matanza y consumo masivo en grandes banquetes de estos en un momento determinado (invitando a miembros de las comunidades vecinas), el arranque del árbol, la guerra y termina con la nueva plantación de otro árbol de la misma especie, que señala un período de paz. Publicó un extenso informe en el que concluía que el ritual (que para los participantes tenía que ver con los antepasados, por eso el informe se titula Cerdos para los antepasados) era el mecanismo por el que esas gentes mantenían las condiciones ecológicas, tróficas, de habitabilidad y demográficas de su medio. Cualquiera diría que es un trabajo hecho por un materialista cultural, pero no es así. Rappaport, que no se adscribió nunca a esa corriente, como lo prueban sus últimos trabajos sobre el ritual y la religión que, si no los entiendo mal, son más bien ejemplos de idealismo, concibió ese trabajo como lo que se podría llamar antropología ecológica o ecología humana, sin plantearse si su fundamento era o no materialista.

Viene esto a cuento de un trabajo publicado el pasado diciembre en Obesity, una revista destinada al estudio de la obesidad desde un punto de vista médico, científico y cultural. Se trata de “Upper Paleolithic Figurines Showing Women with Obesity may Represent Survival Symbols of Climatic Change” y está firmado por tres arqueólogos. Es una investigación sobre las figuritas de arte paleolítico conocidas como Venus prehistóricas. Estas figuritas se han interpretado de diversas maneras: como símbolos sexuales (por cierto que sus proporciones anatómicas, a diferencia de las Venus romanas y las Afroditas griegas, generalmente algo llenitas, pero no en esas proporciones relativas, no excitan sexualmente a los hombres, por lo menos a los actuales de diversas culturas, como probó un estudio de 2011), como representaciones de diosas a las que se rendiría culto, como representaciones de la fertilidad… En cualquier caso, ningún investigador ha tratado de relacionar ese arte con nada que no estuviera supuestamente en la mente de sus autores o de sus consumidores, es decir, con nada relacionado con el medio que los rodeaba y que los limitaba.

Richard J. Johnson, Miguel A. Lanaspa y John W. Fox, los autores del artículo, trataron de relacionar este arte con el medio de su época, que va de 38.000 a 14.000 años antes del presente, coincidiendo con un máximo glacial que significó un endurecimiento enorme de las condiciones de supervivencia, una disminución de las poblaciones de animales grandes (parece que se pasó de la caza mayor a la caza de conejos y liebres), la extinción de algunas poblaciones humanas y largos períodos de alimentación insuficiente (como indican los estudios de los dientes comparando diversos subperíodos de diferente rigor climático).

Los autores han tomado medidas minuciosas de todas las “Venus” enteras conocidas, aunque se quejan de que han tenido que hacerlo en la mayoría de los casos en dos dimensiones en vez de tres, por disponer solo de fotografías, llegando a la conclusión de que se trata de imágenes de mujeres muy obesas y en la mayoría de los casos embarazadas. Curiosamente, las representaciones masculinas nunca son de hombres obesos, lo cual se entiende sabiendo que entre los cazadores-recolectores son muy raros los individuos obesos. Lo raro es que las figuras femeninas no sigan la pauta de las masculinas.

Han relacionado las medidas de esas estatuillas femeninas con el clima en la época de la talla y con la distancia a la línea de los glaciares en las mismas épocas y han encontrado que las estatuillas femeninas más obesas corresponden a los períodos más fríos y a la mayor cercanía a la línea del límite de los glaciares. Y al revés, las estatuillas menos obesas corresponden a los períodos de frío menos riguroso y a la mayor distancia del límite de los glaciares.

La hipótesis que enuncian, y que me parece de una gran novedad, tiene que ver con las necesidades de las mujeres en el embarazo y la lactancia: las mujeres con mayor proporción de grasa en el cuerpo tendrían ventaja en cuanto al embarazo y a la capacidad de cría hasta el destete, además de que evitarían mejor la amenorrea y los abortos. En un contexto de disminución de las poblaciones, esto sería ventajoso para los grupos en que la obesidad de las mujeres en edad reproductiva (que, por cierto, parece la edad representada en las figurillas) fuera un ideal.

La hipótesis, además de su novedad, supera todas las anteriores en la medida que es mucho menos especulativa y se basa en muchos más datos que las precedentes, que a mi me parecen nacidas solamente de la cabeza de sus autores y que son inverificables e irrefutables. Esta hipótesis, en cambio, es verificable en la medida en que lo pueden ser las hipótesis sobre el Paleolítico Superior y se presta a ser refutada claramente.

No sé si los autores son materialistas culturales, pero los maestros (difuntos) de esta corriente fácilmente darían la bienvenida a esta hipótesis, como Marvin Harris hizo en su tiempo con Cerdos para los antepasados de Rappaport.

Marzo de 2021


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