El término epigenética se refiere a los cambios heredables en la expresión génica sin alteración en la secuencia de nucleótidos del ADN. Como expliqué en otro artículo, la epigenética se refiere a los cambios heredables en la expresión génica que ocurren independientemente de la secuencia de nucleótidos del ADN, entendiendo por heredables que se transmiten a las células hijas de la célula afectada. Estos cambios se producen por la alteración de patrones de metilación, acetilación, etc. de determinadas zonas promotoras de genes o en los nucleosomas. Hay otros mecanismos epigenéticos basados en diversos tipos de ARN no codificantes que resultan en efectos similares. En principio, conocer las marcas epigenéticas permitiría predecir qué genes se van a expresar y cuáles no.
Entre los marcadores epigenéticos estudiados hasta el momento destacan algunos que permiten el diagnóstico de diversos cánceres, pero también se están estudiando otros relacionados con otras enfermedades, entre ellas algunas mentales y otras neurológicas. A la vanguardia de este estudio, por lo que respecta al cáncer, está el médico catalán Manel Esteller. La detección de estos marcadores promete resultar muy útil en el diagnóstico de esas enfermedades.
Pero parece que esas alteraciones son reversibles. Por lo menos, más que las mutaciones genéticas, sólo reversibles, teóricamente, mediante métodos complicados y difícilmente aplicables de ingeniería genética.
De modo que la biomedicina está empezando a explorar este campo tan prometedor. Para el diagnóstico y para el tratamiento. Actualmente, y para diversos cánceres, se estudian diversos fármacos epigenéticos, como los inhibidores de las desacetilasas de histonas, de las acetiltransferasas de histonas, de las metiltransferasas de histonas, de las desmetilasas de histonas o de las metiltransferasas de ADN, que podrían revertir los cambios epigenéticos implicados en la enfermedad. Dado que en ciertos cánceres la investigación está bastante avanzada, ya hay algunos de estos fármacos que se administran a pacientes, al parecer con buen resultado.
Un posible problema con estos fármacos es que podrían actuar sobre otros marcadores y no sólo sobre los del cáncer y en órganos no afectados. Por el momento, no hay evidencia de que eso suceda.
La medicina epigenética está en sus inicios, aunque éstos parecen muy prometedores, hasta el punto de que podrían permitir tratamientos verdaderamente personalizados. En vista de ello, ya han aparecido gentes que se han apuntado con entusiasmo a la epigenética.
Entre esas personas las hay ilusas que no han entendido nada, como las que en Internet nos hablan de una revolución contra Darwin, de que nuestra salud depende de nosotros, de que somos lo que comemos, incluso lo que pensamos, basándose vagamente en la posible acción del medio en la promoción de los cambios epigenéticos. Algunas, no tan ilusas, ofrecen, a cambio de pagos o de donativos, recetas supuestamente basadas en la epigenética, después de endilgarnos un discurso que mezcla la epigenética (lo que ellos entienden por epigenética) con chifladuras new age. Incluso hay ofertas de champús epigenéticos que supuestamente actuarían sobre unos genes nunca determinados.
Los que me producen más hilaridad, si no fuera porque barren para su casa, son los psicoanalistas que se han apuntado a la epigenética. Éstos, a la manera en que algunos identifican la mecánica cuántica con el taoismo (incluso hay alguno de estos psicoanalista que nos habla de la mecánica cuántica), identifican la epigenética con sus abstrusos e imaginativos conceptos freudianos. Lo bueno del caso es que parece, en sus artículos, que comprenden la epigenética. Sin embargo, cuando entran a su disciplina (si el psicoanálisis puede considerarse una disciplina), desbarran de mala manera haciendo comparaciones e identificaciones traídas por los pelos (cuando no completamente ridículas) de supuestos traumas infantiles con factores de acción epigenética.
Por otra parte, sí hay psiquiatras, no psicoanalistas, que comprenden la epigenética y estudian seriamente su papel en las enfermedades mentales, con métodos experimentales y sin charlatanería psicologista ni freudiana.
Octubre de 2018