Julio Loras Zaera

fortanete

Profesor Francho de Fortanete A la luz de la ciencia. Biología y asuntos humanos

Los simios y la teoría de la mente

Se ha llamado, a mi parecer de forma que induce a confusión, teoría de la mente a la capacidad de inferir los estados mentales ajenos y las conductas consiguientes. Se considera que la teoría de la mente es básica para la cooperación, que se hace más efectiva si inferimos lo que saben y lo que no los compañeros y somos capaces de predecir sus acciones. Hace un tiempo se consideraba que esa capacidad era exclusivamente nuestra y no compartida con otros animales. Sin embargo, en las dos o tres últimas décadas han proliferado estudios que la detectaban en animales no humanos, principalmente simios, pero también, con menor seguridad, en lobos y perros. Pero hay bastante controversia sobre el asunto, con bastantes trabajos que cuestionan los resultados de esas investigaciones, poniendo de manifiesto sus deficiencias. Algunos de ellos se centran en un aspecto muy específico: la ignorancia, es decir la inferencia de que el animal observado por el sujeto ignora algo, con la consiguiente acción por parte del sujeto destinada a eliminar dicha ignorancia. Puede parecer un poco lioso, pero en realidad es sencillo. Supongamos que se ha escondido comida apetecible sin que el animal observado esté presente, pero sí el sujeto. Este sabe dónde está la comida, aunque no tiene acceso a ella; el observado por él, no, aunque tiene acceso. Si el sujeto posee teoría de la mente, se comunicará con el observado guiándolo a donde se ha escondido la comida.

Dos psicólogos de la Universidad Johns Hopkins han enfocado el estudio a la atribución de ignorancia por los bonobos (https://doi.org/10.1073/pnas.2412450122). Experimentaron con tres bonobos adultos en parejas con humanos. Después de un entrenamiento en que se escondía una recompensa bajo una de varias tazas, se pasó al experimento. Este consistió en varias tandas en que el humano conocía dónde estaba la recompensa, unas veces, o lo ignoraba, otras. Los bonobos tendían significativamente más a señalar y con más rapidez cuando los humanos eran ignorantes (la ignorancia se producía mediante una pantalla opaca que les impedía ver dónde se ponía la comida). El hecho de que el señalamiento fuese bastante preciso, tanto en los experimentos de conocimiento como en los de ignorancia hace pensar que los bonobos, además de la ignorancia o el conocimiento de la pareja humana tenían en cuenta la realidad fuera de la mente del humano. Que el señalamiento no era simplemente un intento de alcanzar la comida, sino que tenía valor comunicativo se comprobó mediante un experimento adicional con uno de los bonobos, que señaló significativamente más en presencia de una pareja que a solas.

Este experimento, me parece, prueba a plena satisfacción que simios como los bonobos realmente poseen una teoría de la mente con la que infieren los pensamientos de sus compañeros, así como sus posibles acciones y que la utilizan en contextos que requieren cooperación. A estas alturas, parece que no hay duda sobre la cuestión, muy en la línea de Darwin. Son legítimas, y necesarias, las críticas a las deficiencias de los estudios sobre teoría de la mente en animales, pero también deberíamos tener en cuenta que en general no provienen de biólogos o de primatólogos, sino de psicólogos de ramas enfocadas exclusivamente a nuestra especie y de académicos de ciencias humanas y sociales que tal vez se encuentren incómodos con la aproximación de los otros animales a nosotros y el derrumbe de nuestra unicidad.

Abril de 2025

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