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Los modelos animales del comportamiento homínido (2)
Bonobos

En el artículo anterior se me quedó en el tintero un rasgo importante de la conducta de los chimpancés. Éste es la caza de monos por los machos. Lo importante no es el hecho en sí, sino otros dos rasgos asociados a él: la cooperación y el compartir alimento. La caza por parte de los machos es cooperativa y la carne de las presas se comparte entre los individuos que participan. Los chimpancés en cautividad también cooperan en tareas que exceden la capacidad de un individuo, como sucedió en una famosa escapada del zoo de Arnhem, en Holanda. En ese mismo zoo se ha visto a los chimpancés compartir un alimento distinto de la carne, pero difícil de conseguir: las hojas de las hayas rodeadas por vallas electrificadas. Pero lo primario parece ser la caza. Esto es muy importante en las hipótesis que proponen el comportamiento cazador como base de la conducta humana.

Y paso ahora al último modelo que se ha ofrecido para la conducta de los homínidos. Se trata de otros parientes tan cercano como los chimpancés: los bonobos o chimpancés pigmeos, su especie hermana. Estos simios viven en la selva húmeda del río Zaire, y sus estudiosos creen que su transformación respecto al ancestro común con los humanos es menos que la del chimpancé, basándose en que vive en el mismo tipo de ambiente que aquel ancestro, a diferencia del chimpancé, que vive en una selva relativamente más abierta y seca. Sus proporciones anatómicas son consideradas por algunos próximas a las de los australopitecinos.

En su dieta, como en la del chimpancé, son centrales los frutos, junto con brotes herbáceos, complementados con invertebrados y, ocasionalmente, pequeños vertebrados, incluidos mamíferos. Comen mucha menos carne que los chimpancés y nunca se les ha visto cazar monos. A diferencia, también, de los chimpancés, los bonobos hacen escaso uso de herramientas (poca cosa más que utilizar hojas a modo de paraguas), aunque en cautividad sí las usan e incluso un famoso bonobo llamado Kanzi llegó a romper piedras para obtener instumentos cortantes (después de verlo hacer a sus criadores).

Tres rasgos han llamado poderosamente la atención en su conducta: su poquísima propensión a la violencia, el estar su sociedad centrada en las hembras y su sexualidad en buena medida desligada de la reproducción. Respecto al primero, lo habitual cuando se encuentran dos grupos de colonias diferentes es su mezcla y la realización de acciones de aseo mutuo y sexuales, aunque se han visto unos pocos casos de enfrentamiento.

Respecto al segundo, llama tan poderosamente la atención porque se creía que el dominio masculino era una característica de todos los simios que viven en grupos. En los bonobos no es así. A pesar de que los machos están emparentados entre sí y las hembras no, las relaciones entre éstas son mucho más fuertes que las que se dan entre machos y en caso de encontrar comida, los machos, si la encuentran antes, la abandonan hasta que las hembras les permiten comerla, después de encuentros sexuales. Los machos están más ligados a sus madres que a los otros machos. Una posible explicación de esta "anomalía" respecto a los chimpancés podría ser precisamente el carácter generalmente pacífico de los encuentros entre machos de bandas distintas.

En cuanto al tercero, los bonobos tienen relaciones sexuales en una multitud de contextos sociales no ligados a la reproducción (pese a la frecuencia de contactos sexuales, los bonobos no tienen más descendientes que los chimpancés). Ya he señalado uno: la compartición de alimento. También en contextos en los que entre los chimpancés se desencadenaría una agresión, como el caso de una hembra a la que un juvenil obstaculizaba el paso por una rama. O cuando algo despierta el interés de más de un individuo. Tienen también lugar en formas muy variadas, incluida la cópula frente a frente, que antes se creía una innovación cultural humana, y los frotamientos genitales (incluso los "besos con lengua"). Y se realizan en todas las combinaciones posibles y no sólo las heterosexuales. A ello se une que las hembras presentan hinchazón genital durante la mayor parte del ciclo, hinchazón que nunca desaparece del todo. Frans de Waal explica la sexualidad de los bonobos conjeturando que su papel es el de disminuir el conflicto de la competencia.

Sea o no ése su papel, el antropólogo Marvin Harris conjeturó que si ése era también el comportamiento del ancestro común de chimpancés-bonobos y humanos, podría servir para explicar el origen del intercambio de bienes y servicios típicamente humano, más característico que el compartir el alimento. Harris dice que lo que nosotros hacemos no es compartir, sino intercambiar (algo que no sólo incluye el comercio, sino también el intercambio recíproco, que se da en nuestra sociedad en los regalos o los favores entre amigos, y el intercambio redistributivo, que en nuestra sociedad adopta formas como la seguridad social). La conjetura me parece sugestiva desde el momento que me parece convincente la afirmación de que nosotros intercambiamos más que compartimos: cuando damos, aún sin llevar una cuenta precisa ni proponer un plazo determinado, esperamos recibir. Los gorrones no son nada bien vistos.

Y después de ver el comportamiento de los bonobos, podemos hacer una recapitulación. La primera conclusión que extraigo es que tanto los carnívoros sociales como los babuínos son malos modelos si lo que se quiere saber es lo que está determinado biológicamente en los humanos. Todo lo que podemos encontrar son analogías que se pueden explicar culturalmente.

Respecto de los chimpancés, la guerra me parece también un rasgo análogo que se puede explicar culturalmente. Las bandas de chimpancés son territoriales y luchan entre sí por el territorio. Pero las bandas de cazadores-recolectores, que se puede suponer que llevan una vida más parecida a la del Paleolítico, no lo son. No son desconocidos los enfrentamientos entre ellas, aunque no son frecuentes, pero en éstos cada individuo no trata de matar a un extraño en abstracto, sino a uno concreto del que ha recibido agravios reales o supuestos, y el territorio no se ocupa. La guerra se parece más a la de los chimpancés en las sociedades organizadas del nivel de aldeas para arriba. Teniendo en cuenta el "pacifismo" de los bonobos y sus frecuentes mezclas de bandas, también podríamos considerar homólogo este comportamiento. De todas maneras seguiría siendo una conjetura, sin que tengamos base para decidir. Pero hay la posibilidad.

En cuanto a la cooperación, me parece que la caza puede ser un factor importante en su explicación. Pero ello no nos autoriza a considerarlo una homología. A fin de cuentas, se cree que los verdaderos cazadores pertenecían ya a nuestro género, millones de años después de la separación del ancestro común.

Owen Lovejoy afirmó que la sexualidad humana desligada de la reproducción se explica porque los humanos somos monógamos. Los antropólogos, que conocen muchas sociedades y tipos de relaciones sexuales distintas no están de acuerdo. Creo que los bonobos dan la razón a los antropólogos y que tenemos una explicación alternativa de nuestra sexualidad: en los bonobos, parece servir para evitar la agresión en conflictos originados por situaciones de competencia.

© Julio Loras Zaera
Profesor Francho de Fortanete

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