Julio Loras Zaera

fortanete

Profesor Francho de Fortanete A la luz de la ciencia. Biología y asuntos humanos

Los husos para el hilado, antecesores de la rueda por lo menos 6.000 años antes de que esta se utilizara

En el hilado artesanal, los husos son instrumentos que sirven para torcer las fibras y consisten en una pieza redonda de peso unida a un eje. Al girar esta pieza, las fibras unidas al eje se enrollan formando el hilo.

Figura 1. Huso actual y forma de utilizarlo

La rueda y el eje, ese gran invento en que se basa gran parte de nuestra tecnología en todos los campos, parece que se empezó a usar, lo más pronto, hace unos 6.000 años, en carros, y su importancia radica en que permite transformar movimientos lineales en rotatorios y viceversa. No se conocían sus antecedentes y se tendía a pensar que era un invento sin precedentes. Pero recientemente se han encontrado en los restos de una aldea natufiense de Israel un conjunto de más de cien guijarros perforados con 12.000 años de antigüedad. Los arqueólogos que los han estudiado consideran que son las piezas redondas de unos husos cuyos ejes, de material vegetal (madera), no se han conservado.

Estos arqueólogos han estudiado esos guijarros desde un punto de vista evolutivo, más que funcional, que es el punto de vista habitual. Este último se centra en las utilidades de los artefactos (en este caso, el transporte, la obtención de energía, etc.), mientras que los autores de https://doi.org/10.1371/journal.pone.0312007 se centran en los aspectos formales, más allá de su utilidad, siguiendo criterios bien conocidos de los evolucionistas, como la consideración de que las funciones de una estructura pueden cambiar en la evolución o que la aparición de novedades puede darse por combinaciones de estructuras más antiguas. Se salvan así del difícil y tal vez falso problema de la rueda como invento único surgido casi de la nada. Se basan, pues, en la estructura y los principios mecánicos y en virtud de eso consideran esos guijarros con sus ejes antecedentes por derecho propio de, por ejemplo, las ruedas de los carros y los tornos de los alfareros.

De las piezas encontradas en esa aldea natufiense, 48 presentan perforación completa, 36 están rotas y con perforaciones parciales y 29 se consideran inacabadas con marcas de perforación. Esto hace suponer que se trataba de un centro de fabricación.

El material es mayoritariamente piedra caliza blanda, que abunda en la zona y algo de roca basáltica. La forma de los artefactos es variable, con un 60 % redondos simétricos y el resto más irregulares. La mayoría (más del 70 %) tienen dos caras paralelas. No se observó casi una modificación estándar.

Se estudiaron con tecnología 3D tanto los guijarros como las perforaciones. El análisis de los modelos 3D de los guijarros me resulta menos interesante que el de las perforaciones. Este permitió captar la forma de la perforación, el punto de encuentro entre la perforación desde abajo y desde arriba o la forma de las aberturas.

Figura 2. Análisis 3D completo de la forma de los guijarros perforados.

(a) Artefactos seleccionados que presentan el rango de peso principal (fotografiado por Laurant Davin) (b) La caja de encuadernación de un guijarro perforado, con la escala milimétrica y el centro de masa marcados en rojo. (c) La ubicación de la perforación en relación con el centro de masa del artículo (rojo) y el centro de la caja de encuadernación (azul).

Una expresión gráfica de los resultados es la figura 1. Lo que me llama la atención es la posición de los centros de masa, idónea para el buen funcionamiento como torbellinos. Otra cosa curiosa es que, a pesar de que la caliza blanda es fácilmente atravesable por completo en un solo sentido, todas las perforaciones parecen hechas desde dos sentidos opuestos ( lo cual se deduce del hecho que la luz mínima esté hacia la mitad del guijarro).

A la hora de emitir una hipótesis sobre qué pudieran ser estos artefactos, sobre su función, se descartó que fueran cuentas, por su tamaño y peso, y porque no es corriente que se hicieran con caliza blanda; además de que las cuentas suelen estar modificadas con finalidades estéticas, cosa que no pasa con estos guijarros; tampoco hay evidencia en la zona de pesca con atarrayas, en la que se usan piedras perforadas para echar las redes a voleo (en cuyo caso, además, la simetría no importa); no parece tampoco que pudieran ser pesas de telar (a no ser que se descubra que los telares de urdimbre se usaron mucho antes de la Edad del Bronce).

Mediante un razonamiento riguroso después de descartar las alternativas, razonamiento referente a los centros de masa, al peso de los guijarros y a la posibilidad de que la inserción de un palo perimiese su acción como volantes de inercia, los autores emiten la hipótesis, muy razonable, de que constituirían torbellinos de hilar, es decir, las herramientas que sirven para torcer las fibras y fabricar el hilo.

Se desprende de esto que los añadidos y los cambios de función de estas protorruedas pudieron contribuir a la “invención” de la rueda y a sus nuevas funciones que tanto juego han dado en la historia de la humanidad.

Marzo de 2025

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