Los homínidos (y 2)

Poco después de enviar el artículo anterior, la televisión dio la noticia del hallazgo de un homínido todavía más antiguo que el primero de que hablé. Como siempre en la televisión, la información fue de unos pocos segundos y sólo nos pudimos enterar de que el fósil estaba datado en 7 millones de años, que era un homínido por los dientes y que lo habían bautizado "Touraï", no sabemos si como nombre científico, caso en el cual se trataría de un nuevo género, o como nombre informal, como se le puso Lucy a un ejemplar de Australopithecus afarensis o Niño de Taung al primer Australopithecus descubierto. Aparecieron imágenes del cráneo en vista superior, la menos informativa (la inferior podría revelar dónde tenía el foramen magnum y, por lo tanto, indicar si ya era bípedo o no). Y eso es todo lo que sé.

Y sigamos con lo nuestro. Coetáneo de A. africanus y de A. afarensis fue Kenyanthropus platyops (3,5 millones de años de antigüedad), el primer homínido de cara plana, descubierto por Meave Leakey hace muy pocos años y del que ya di noticia en Un descubrimiento paleoantropológico crucial. Todo ese artículo es un disparate debido al amateurismo y a las prisas. K. Platyops no es la especie hipotética que se suponía que había dado lugar a A. africanus por un lado y a nuestro género por el otro. A. africanus, que en los años 90 se creía que tenía una antigüedad de sólo 3 millones de años, es por lo menos 300.000 años más antiguo. Además, el africanus, como todos los australopitecos, tenía la cara, por debajo de la nariz, proyectada hacia delante, más o menos como los chimpancés, mientras que K. Platyops la tenía plana. No es extraño que yo encontrara, en ese artículo, una incoherencia: el africanus es un australopiteco y tiene que descender de australopitecos directamente, no de una especie de otro género. Otra diferencia consiste en la robustez del aparato masticador del africanus, claramente mayor que el del Kenyanthropus. El descubrimiento no fue crucial por lo que yo decía en mi desgraciado artículo, sino porque adelantaba un millón de años la divergencia entre homínidos "gráciles" y homínidos "robustos" (lo de "gráciles" y "robustos" se refiere al aparato masticador, no al resto del cuerpo). Esta divergencia, antes del descubrimiento, se databa en 2,5 millones de años y estaba representada por la aparición por la misma época de los parántropos y nuestro género.

El descubrimiento de Kenyanthropus platyops, además, ha motivado que bastantes paleontólogos se decanten por separar Homo habilis de Homo rudolfensis, considerando a este último un Kenyanthropus y no un Homo, situando al rudolfensis entre los kenyantropos como descendiente directo del platyops y a Homo habilis como el iniciador de nuestro género y sólo tal vez descendiente también del platyops. Ambos, K. rudolfensis y H. habilis, tienen 2,5 millones de años de antigüedad y en ambos se habría producido un cierto salto en el tamaño cerebral, aunque por distintas vías. Se supone que el habilis fabricaría las herramientas de piedra que se suelen encontrar asociadas con sus fósiles y que el kenyantropo no, pero es muy arriesgado asegurarlo.

Como arriesgado es asegurar que los miembros de la rama robusta, descendientes de Australopithecus africanus, los parántropos, tampoco fabricaban herramientas de piedra. Los parántropos llevaron al extremo la robustez de su especie progenitora. Tenían enormes y poderosas mandíbulas, molares grandes y premolares molariformes. Esto señala a especialistas ecológicos. Hace 2,5 millones de años es el momento en que la sabana y otras formaciones no arbóreas con predominio de gramíneas alcanzaron la extensión que ahora tienen. El uso de herramientas y la cultura serían la especialización de nuestro género, que se convertiría en un generalista ecológico, mientras que la robustez del aparato masticador permitiría a los parántropos adaptarse a la sabana de una forma distinta: especializándose en los alimentos vegetales muy duros. Los parántropos, además de grandes mandíbulas y grandes molares y premolares (junto a pequeños incisivos y caninos) tenían en ellos una capa de esmalte de enorme grosor. La superficie de inserción de sus músculos temporales (los músculos masticadores que van sobre los huesos temporales, en las partes lateral-superiores del cráneo) era muy grande y estaba aumentada con una cresta sagital. Esto y su cara plana, incluso cóncava, de lado a lado les daba un aspecto diferente de sus predecesores australopitecos.

El parántropo más antiguo que se conoce es Paranthropus aethiopicus (2,6-2,4 millones de años), y se le supone la especie madre de P.boisei (2,2-1 millones de años) y de P. robustus (1,7-1 millones de años).

A veces se han comparado las especies de homínidos por el tamaño de su caja craneana. Esto es un gran error, porque el tamaño del cerebro tiene que ver con el tamaño corporal, y no sólo eso, sino que cuando se comparan diversas especies de primates, el tamaño del cerebro crece a menor velocidad que el tamaño corporal. Por eso, lo que hay que comparar no son los tamaños de la caja craneana, sino los índices de encefalización, que son el resultado de dividir el tamaño del cerebro por el tamaño esperado para un primate medio del mismo tamaño corporal. Haciéndolo así, veremos que en la rama robusta el índice de encefalización prácticamente no aumentó ( A. afarensis, 1,3; A. africanus, 1,4; P. boisei, 1,5) permaneciendo en el mismo orden que el del chimpancé (1,2), mientras que en el paso a K. rudolfensis y a H. habilis aumentó a 1,8, siendo el nuestro 2,9. También hay diferencias en la estructura del cerebro, pero son más difíciles de evidenciar en los cráneos fósiles.

Mientras que en los parántropos los brazos seguían siendo bastante largos, en el primer Homo ya eran algo más cortos (húmero/fémur = 0.95).

Los parántropos parece que se extinguieron hace un millón de años. Coetáneo con los últimos fue Homo ergaster (1,8-1,4 millones de años), con un grado de encefalización de 1,9, que tenía un toro supraorbital (reborde en las cejas) con un surco bien marcado que lo separaba del resto del frontal, nariz ya sobresaliente del cráneo, cara acortada y molares reducidos. Debía de medir 1,60 m, es decir, era bastante mayor que los homínidos anteriores. Su razón húmero/fémur era de 0,74. Poco después de su aparición aparece un nuevo modo de fabricar herramientas de piedra: se tomaban núcleos o grandes lascas y se tallaban por las dos caras, siendo característicos los hendedores y los picos. Eran herramientas muy estandarizadas y que necesitaban una larga secuencia de gestos, incluyendo el giro del núcleo en la mano mientras iba siendo golpeado con el percutor. Como resultado, esas herramientas eran casi todo filo.

Aunque hay algunos que consideran que el ergaster y el H. erectus eran la misma especie, bastantes los consideran especies distintas, y a la segunda hija de la primera, con 1,6 millones de años y el mismo grado de encefalización. Se basan en rasgos no encontrados en ergaster y presentes en todos los erectus: neurocráneo (caja craneana) más robusto, de paredes gruesas con toro supraorbital recto, no arqueado, y muy desarrollado y toro occipital muy angulado; cara muy ancha y bastante plana. El ergaster no salió de África, siendo el primer explorador de continentes el erectus, que se considera típicamente asiático, aunque haya unos pocos fósiles suyos en África. El erectus es seguro que vivía hace 200.000 años y hay dataciones, aún poco fiables, de 30.000 años.

El siguiente humano en aparecer fue H. antecessor, hallado por el equipo de Arsuaga y Bermúdez de Castro en la Gran Dolina de la Sierra de Atapuerca (Burgos) y datado en 800.000 años. El ejemplar más famoso es el conocido informalmente como Chico de la Gran Dolina, que debió de pertenecer a un individuo de unos 11 años. Su mandíbula tiene menos robustez que la del erectus o la del ergaster y sus caninos y terceros molares están reducidos. Su cara es muy moderna, presentando relieves, con la abertura nasal más adelantada que el resto, el maxilar y el malar (huesos de las mejillas) excavados por debajo de los pómulos, que forman un saliente marcado. El hallazgo de estos rasgos en un humano de hace 0,8 millones de años ha alterado la creencia de que eran de origen muy reciente. El Chico tiene un toro supraorbitario bien desarrollado, lo que lleva a pensar que los adultos lo tendrían extremadamente robusto. Su cerebro, con un tamaño corporal similar, debía de ser superior al del erectus (más de 1000 cc frente a 600-900). Arsuaga y Bermúdez creen que el antecessor fue la especie hermana del erectus y madre tanto de los neandertales (lo cual es bastante probable) como de los sapiens (lo cual será una mera conjetura mientras no se encuentre el antecessor en África, de donde procedemos).

Siguiendo al equipo de Atapuerca, el Homo antecessor dio lugar a una especie europea, el h. heidelbergensis y a otra africana, el H. rodhesiensis. La primera se transformaría progresivamente en H. neanderthalensis y la segunda, en H. sapiens, que somos nosotros.

Homo heidelbergensis y Homo neanderthalensis serían dos cronoespecies, es decir "especies" distintas morfológicamente que se suceden en el tiempo, pero que constituyen una sola especie evolutiva. Lo mismo pasaría con Homo rodhesiensis y Homo sapiens. Por lo tanto, hablaré primero de H. heidelbergensis / H. neanderthalensis como una unidad. Su origen tendría lugar hace 500.000 años y duró hasta hace 30.000 años o menos. Su grado de encefalización era 2,9, como el nuestro, incluso tenía el cerebro un poco más grande que nosotros. El fósil seguro más antiguo es la mandíbula de Mauer, de 415.000 años de antigüedad. De entre 415.000 y 245.000 años tenemos los fósiles de la Sima de los Huesos, en la Sierra de Atapuerca, donde se encontró una gran cantidad de individuos (los descubridores creen que son consecuencia de prácticas funerarias) que permitió evidenciar un dimorfismo sexual del mismo grado que el nuestro. De entre 245.000 y 190.000 años hay fósiles en Alemania, Francia e Italia.

Estos humanos eran fuertes, hábiles recolectores, cazadores y carroñeros, usando una amplia variedad de útiles de piedra. Usaban sistemáticamente el fuego y, a juzgar por la cantidad desusada de fósiles de ancianos e impedidos, cuidaban de ellos. Los machos mdirían 1,70 m y las hembras, 1,60, siendo muy robustos (70kg de media). Usaban lanzas de madera, como la hallada en Schöningen, que medía 2 m y estaba hecha para ser arrojada.

Tenían la rama horizontal del hueso púbico muy alargada y aplanada (como los australopitecos). Al principio se suponía que el canal del parto de las hembras sería grande y se pensaba que tendrían algún mes más de gestación que las mujeres de nuestra especie. Pero en Kebara (Israel) se encontró una pelvis que demostraba que la estructura de la cadera era diferente de la nuestra, pero el canal del parto igual, tal vez sólo un poco mayor, pero como su cerebro era también algo mayor, el desarrollo de sus bebés debía de ser como el de los nuestros.

La expansión cerebral que experimentaron estos humanos era distinta de la que experimentamos nosotros: el neurocráneo moderno es alto y con la frente levantada, mientras que el de los neandertales era muy alargado, con un estiramiento occipital (el llamado "moño occipital". Parece que el aumento de tasmaño cerebral se produjo en ellos manteniendo la estructura arcaica. Tenían un claro toro occipital curvado como un arco.

Su cara era única. En otros homínidos, los huesos bajo las órbitas y a los lados de la abertura nasal forman una superficie que mira hacia delante. En los neandertales formaban una superficie diagonal, dándole a la cara forma de cuña. Su abertura nasal era muy ancha y sus dientes anteriores estaban muy desgastados, lo que hace pensar que los usaban para manipular. La dentición estaba adelantada respecto al hueso, dejando un espacio vacío detrás del tercer molar. Su nariz sería muy prominente, no tendría pómulos, la frente la tenía inclinada y las cejas estarían sobre relieves acusados.

Como el ergaster, tenía los huesos gruesos, pero al revés que el ergaster tenía más gruesos los del cuerpo que los de la cabeza.

Hace 230.000 años los homínidos europeos ya presentaban todas estas características, que definen a los neandertales clásicos. Los individuos de la Sima de los Huesos presentan incipientemente los rasgos del occipital, de la cara y de la mandíbula, y también en el esqueleto postcraneal, especialmente en la morfología del pubis y del húmero. Hay fósiles de la cronoespecie heidelbergense en Asia (300.000-200.000 años) coincidiendo con los últimos erectus.

Los primeros fósiles de humanos modernos con rasgos arcaicos se encontraron en Oriente Próximo (120.000-90.000 años). Los hay de esa antigüedad en Klasies River Mouth (Sudáfrica), pero son muy fragmentarios, hqbiendo otros en otros lugares de Sudáfrica y en Etiopía. En el norte de África se encuentran en Marruecos (70.000-40.000 años). En resumen, hay un gran vacío en África en torno al millón de años, vacío que se llenaría si apareciera allí el antecessor.

De entre 600.000 y 250.00 años hay fósiles atribuidos a Homo rodhesiensis en África y otros similares en Asia. Se trata de una especie muy homogénea desde el principio, de lo que se deduce que procedería de una población muy reducida.

Los fósiles de entre 300.000 y 100.000 años que tienen cráneos de formas redondeada, pero de neurocráneo bajo y frente aplanada se pueden calificar de premodernos. El cráneo globoso y la frente alta con cara pequeña ya son como los nuestros. Entre 100.000 y 200.000 años es la antigüedad que nos dan los métodos de la genética molecular.

Los neandertales y los primeros sapiens compartieron un modo de trabajar la piedra y otros materiales como el hueso y el cuerno que se llama Modo 3. Luego aparece el Modo 4, ligado sólo a nuestra especie.

Y aquí se acaba esta panorámica de nuestro linaje. Pero no quisiera terminar sin pedir a quien la lea que haga un ejercicio: que anote los períodos de existencia de cada una de las especies citadas y busque cuántas han existido a la vez en cada época. Verá que la situación actual, con una única especie humana sobre la tierra es casi única, que durante la mayor parte del tiempo han existido por lo menos dos a la vez.

© Julio Loras Zaera
Profesor Francho de Fortanete


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