El primero en atribuir culturas a animales no humanos fue el etólogo y primatólogo autodidacta catalán Jordi Sabater Pi en los años sesenta. Tengo que decir que este primatólogo gozó de gran reconocimiento internacional, pero fue casi desconocido en nuestro país, donde solo se le conocía por haber encontrado y capturado a Copito de Nieve, lo cual me parece infamante. Su descubrimiento se refería a la fabricación y utilización de herramientas por chimpancés, fabricación y utilización que eran distintos en grupos diferentes de estos simios.
Desde entonces, se estudian asiduamente las culturas de los chimpancés y se han encontrado comportamientos culturales en otros primates y en otros grupos no emparentados con ellos, como, entre otros, los cetáceos, e incluso en aves.
En este contexto se entienden por cultura comportamientos aprendidos socialmente que no se pueden explicar por condiciones ecológicas, que se difunden dentro y entre generaciones, asociados a grupos concretos y no a otros y que en consecuencia pueden caracterizar a esos grupos frente a otros.
Lo habitual en el estudio de las culturas animales es atender a comportamientos relacionados con la alimentación y las herramientas, lo que podríamos llamar culturas materiales. Pero, como sabemos por nuestras culturas, llenas de rasgos que, por lo menos en primera instancia, no tienen que ver con “cómo nos ganamos las lentejas”, hay rasgos culturales que podríamos llamar inmateriales, tipo de rasgos también presente en los animales. Uno de esos rasgos inmateriales es la forma en que distintos grupos de chimpancés se acicalan mutuamente, adoptando posturas conspicuas que a nadie pasan inadvertidas. Hay algunos de esos grupos en los que cada miembro de la pareja levanta un brazo y se cogen mutuamente los brazos levantados. De estos grupos, unos se cogen de las muñecas, otros de las manos y otros de otras partes de los brazos.
Edwin van Leeuwen y William Hoppitt han estudiado la transmisión de ese tipo de comportamiento de los chimpancés y han dado a conocer su estudio el 15 de febrero pasado en Science Advances. Observaron dos grupos de chimpancés que realizaban la conducta de cogerse los brazos. En ambos grupos, los participantes se cogían preferentemente de las manos, pero en uno, aunque con menor frecuencia, también se cogían de las muñecas o del codo, cosa que sucedía raramente en el otro grupo.
El estudio me parece muy riguroso y usa unos sofisticados métodos de análisis estadístico, pero no me parece que sea necesario hablar de ellos, pudiendo pasar a las conclusiones. Se confirmó la hipótesis de que los grupos de chimpancés tienen prácticas culturales distintivas.
Una cuestión más interesante (la hipótesis anterior ha sido confirmada varias veces antes, aunque con menor aparato estadístico), es que se observó que mientras las crías y los chimpancés mas jóvenes realizaban el rito del acicalamiento en una variedad de formas, los individuos mayores lo hacían prácticamente solo de las formas típicas del grupo, lo que lleva a pensar en alguna forma de aprendizaje social. En cuanto a este, al parecer, se podría producir por tres vías: adoptar el comportamiento de las mayorías, aprender de los individuos dominantes/prestigiosos (era difícil distinguir esas dos categorías) o por vía materna. Estas tres vías no son excluyentes entre ellas, pero no encontraron evidencia de que las madres influyeran más que los otros miembros del grupo, a pesar de que las crías pasan más tiempo con ellas que con otros miembros del grupo (pero los ven). La adopción del comportamiento de la mayoría se facilita por el hecho de que las generaciones mayores tengan una conducta homogénea o casi homogénea. Aprender de las figuras dominantes/prestigiosas puede favorecer alianzas futuras.
Los autores proponen profundizar en ese tipo de investigaciones y no ocultan la similitud con la transmisión de las culturas humanas.
Mayo de 2023