Hugo de Vries, famoso por ser uno de los tres redescubridores de las leyes de Mendel, lo fue más en su tiempo por proponer una revisión radical de la teoría de Darwin, afirmando que la formación habitual de nuevas especies era instantánea.
En los inicios de su carrera, de Vries fue a un campo de patatas lleno de Oenothera biennis, una planta oriunda de Texas que había llegado recientemente a Holanda procedente de Inglaterra o de Alemania. Halló en el campo especímenes muy singulares. Uno tenía flores con estilos muy cortos, otro era una forma de hojas lisas con pétalos rectos y estrechos. Interesado en resolver el enigma de la herencia, de Vries comprendió que había encontrado su cobaya botánico, por lo que tomó algunas semillas y se dispuso a criar la planta en su laboratorio. Consiguió criar siete nuevas variedades más. En cada cosecha, unos pocos individuos extraños aparecían inesperadamente, siendo muy diferentes en tamaño, color y forma de las hojas y pétalos, color de tallos y vainas, etc. según él, eran nuevas especies que se mantenían a través de generaciones: si fertilizaba las flores de una planta aberrante con su propio polen, la descendencia era idéntica a ella. Para designar el proceso acuñó el término "mutación" y presentó sus "mutaciones" como una revisión radical del darwinismo. Él y sus seguidores se llamaron "saltacionistas".
Pero otros botánicos descubrieron que O. biennis y sus afines eran genéticamente peculiares. A menudo sufren irregularidades a gran escala en sus cromosomas, con el resultado de formas caprichosas. Parecía que lo que de Vries había llamado "nuevas especies" eran sólo plantas desviantes. Por eso no es sorprendente que de Vries y su saltacionismo fueran uno de los primeros blancos de los ataques de los autores de la llamada Síntesis Moderna, que aunó el darwinismo con la genética mendeliana. Lo criticaban como una forma de pensamiento pasada de moda, siendo lo moderno pensar la evolución como teniendo lugar en las poblaciones y no mediante lo que un genetista llamó "monstruos esperanzados". La mera aparición de un nuevo mutante, por espectacular que fuese, no era aún especiación.
Para Mayr, uno de esos autores, los saltacionistas cometían dos errores: ignoraban las poblaciones e ignoraban el aislamiento geográfico. Para él, la especiación instantánea era una imposibilidad, y ciertamente no podía ocurrir simpátricamente, en medio de una población existente. Cualquier monstruo recién nacido era un monstruo nacido muerto para la evolución, no uno esperanzado. Pero había un tipo particular de saltacionismo para el que hacía una excepción: el fenómeno llamado poliploidía.
Una planta o un animal tienen en sus células dos juegos homólogos de cromosomas. Cuando se forman las células sexuales, los pares de cromosomas se enfrentan, con cada copia de cada gen junto a la correspondiente del otro cromosoma. Luego, se separan, de forma que sólo una copia de cada gen se empaqueta en cada espermatozoide o en cada óvulo. Cuando un espermatozoide y un óvulo se unen en la fecundación, se recupera el número par (diploide) de cromosomas. A veces, este empaquetamiento falla, con lo que las células dejan de separar los pares de cromosomas antes de formar las células sexuales o gametos. El resultado es un espermatozoide o un óvulo con un conjunto doble de cromosomas. Cuando esta célula sexual diploide se funde con otra normal de otro individuo, el resultado es un pequeño individuo con tres juegos de cromosomas en vez de dos. A menos que se reproduzcan por partenogénesis, tales triploides no tienen futuro: la maquinaria molecular de sus células sexuales no es capaz de extraer conjuntos impares de cromosomas de los tripletes, lo que hace a la planta estéril.
Pero, ¿qué sucede si un óvulo diploide acierta a ser visitado por un espermatozoide igualmente diploide? Puede ser un acontecimiento raro, pero, si sucede, el resultado sería una semilla con cuatro conjuntos de cromosomas, tetraploide. Y cuatro conjuntos de cromosomas pueden ser separados en dos mitades para producir células sexuales diploides. Pueden fertilizar otras plantas tetraploides o autofertilizarse. Es especiación instantánea, en una sola generación, dado que las plantas tetraploides no pueden cruzarse con su población parental, diploide. A menudo, las plantas híbridas son estériles porque los dos conjuntos de cromosomas son tan diferentes que no pueden alinearse. Pero, en un tetraploide, cada cromosoma tiene una pareja potencial y formar óvulos y espermatozoides ya no resulta difícil. Además, los híbridos son genéticamente intermedios, lo que les ayuda a encontrar su propio nicho sin tener que competir con las especies parentales.
La poliploidía ha sido rampante en el reino vegetal. En 1950, G. L. Stebbins estimó que un tercio de todas las especies de plantas eran poliploides. En 1963, V. Grant estimaba más del 95 % para algunos grupos. Dibujó una simple gráfica. En el eje horizontal puso los números de cromosomas en el polen y en el vertical, los números de especies que portaban aquellos números de cromosomas. El resultado fue una línea con pendiente negativa y con picos a intervalos regulares. Señaló que todos los picos correspondían a números pares de cromosomas (en un juego) y los valles, a números impares, un indicio de una larga historia de poliploidía recurrente, dado que al doblar cualquier número, par o impar, sale par.
Muchas especies poliploides con el mismo número de cromosomas pueden derivar de un único acontecimiento ancestral de poliploidización, de modo que el número de plantas poliploides puede ser una sobreestimación del número total de especiaciones poliploides. Pero puede ser muy común.
P. Soltis y su esposo han estado estudiando unas compuestas parientes del diente de león en el noroeste de los Estados Unidos. No son nativas de la zona. Tres especies diferentes (Tragopogon dubius, T. pratensis y T. porriifolius) fueron introducidas accidentalmente desde Europa a principios del siglo pasado. Desde entonces, esas plantas, que se dan en campos abandonados, cunetas de carreteras y patios, han florecido en y alrededor de poblaciones. T. pratensis y T. porrifolius tienden a quedar restringidas a los estados de Washington e Idaho, mientras que T. dubius se ha extendido por la mayor parte del norte del país. En 1949 M. Ownbey descubrió cincuenta y seis plantas que crecían a lo largo de una vía del ferrocarril cerca de Pullman y que presentaban un aspecto decididamente extraño. Eran mayores y parecían intermedias entre T. dubius y T. porrifolius, que crecían en la zona. Las preparaciones microscópicas revelaron que tenían veinticuatro cromosomas, en vez de la dotación normal de doce. Eran híbridos poliploides que, como confirmó, no podían cruzarse con las especies parentales, sino solamente entre sí. En 1950 las clasificó como una nueva especie, T. mirus. Ese mismo año, también encontró híbridos poliploides entre T. dubius y T. pratensis, bautizándolos como T. miscellus.
Aunque Ownbey afirmó que los censos de sus dos nuevas especies eran "precariamente pequeños", el siguiente medio siglo ha sido bueno para los Soltis. En 1990, Pamela encontró T. mirus en buenas condiciones en un área de 25 x 75 km en el estado de Washington. En cuanto a T. miscellus, aún le ha ido mejor, habiéndose extendido sobre grandes partes de la zona oriental d Washington, y occidental de Idaho, donde era, después de T. dubius, la segunda planta más común del grupo.
Desde entonces, P. Soltis ha estado realizando una estrecha observación de las dos nuevas especies. Ha descubierto que se extienden, no sólo dispersando semillas, como los dientes de león, sino también a partir de orígenes múltiples. Dice: "Realmente, en el censo de los últimos diez años que los hemos estado observando, hemos visto un grupo de nuevas poblaciones tetraploides aparecer de sopetón, así parece suceder cada vez que entran en contacto las poblaciones parentales." El análisis de ADN apoya esta afirmación. P. Soltis ha estudiado los cloroplastos (que, como las mitocondrias, contienen ADN independiente del del núcleo y que se heredan por línea materna), pudiendo así descubrir la especie materna de cada tetraploide. Algunas poblaciones de tetraploides tienen cloroplastos de una especie y otras, de la otra.
Así, ambas nuevas especies han surgido como mínimo dos veces, pero P. Soltis piensa que son más. Con tecnología de ADN más refinada, ha mostrado que la mayoría de las poblaciones de las mismas especies están más próximas a las plantas parentales que crecen en la misma mancha.
Su historia plantea una cuestión. Si las tres especies proceden de Europa, ¿por qué no se han formado aquí los tetraploides? Quizás lo hacen. Aún peor, quizás los tetraploides fueron introducidos con los progenitores originales y simplemente nadie los había detectado antes. P. Soltis, sin embargo, está convencida de que ése no es el caso. "En Europa, dice, las tres especies no crecen juntas en poblaciones mixtas con la profusión con que lo hacen en Norteamérica. Europa es la región botánicamente mejor estudiada del mundo. Si los tetraploides estuviesen allí, haría mucho que los habrían detectado los botánicos europeos. Además, el ADN de los tetraploides muestra claramente que son puros tragopogon americanos."
La poliploidía en plantas era la única forma de especiación instantánea que Mayr autorizaba. Pero recientemente se ha descubierto algo similar en animales.
Los conservadores de caracoles de los museos aborrecen la confusión entre la izquierda y la derecha. Los caracoles existen en dos formas: dextrógira (D) y levógira (L). Los caracoles D, que son el tipo normal en la naturaleza, están enrrollados alrededor de un eje imaginario como se enrosca una tuerca. Si la concha se mira de forma que presente la abertura frente a nosotros, con el pináculo arriba, la abertura aparece a la derecha. Muchas veces aparecen fotografías y grabados de conchas con la abertura a la izquierda, por descuido del fotógrafo o del grabador. Pero la naturaleza también comete ese error, habiéndose encontrado, raramente, caracoles L.
Dado que los caracoles son asimétricos, deben copular de una forma peculiar. Sus órganos sexuales están situados tras un pequeño hoyo en el lado D de la cabeza. Cuando dos caracoles emprenden la cópula, se aproximan frente a frente y entonces frotan sus "mejillas" contra el cuello del otro para poner las aberturas genitales en contacto. Sólo entonces puede tener lugar la inserción del pene.
J. Meisenheimer puso un caracol L en una caja con un espécimen D. Siendo imágenes especulares, no encontraban los genitales de la pareja. E. Gittenberger comprendió que el arrollamiento equivocado podía inducir la especiación en los caracoles. Si una mutación podía causar que un caracol fuera capaz de aparearse con otros caracoles portadores de la misma, se iniciaría la evolución de una nueva especie imagen especular de la ancestral. La genética del arrollamiento de los caracoles era bien conocida desde los años treinta, cuando los genetistas descubrieron que sólo se hallaba implicado un gen con dos alelos, D y L, siendo D dominante. Pero el gen no tiene su efecto en el animal portador, sino en sus huevos. Así, un individuo L/L (poseedor de un L procedente de la madre y otro del padre) de una madre R/l será R. la imagen especular sólo aparecerá una generación después.
Para Gittenberger, este retardo de una generación era una prima, porque significaba que el alelo L podía penetrar en una población sin producir inmediatamente caracoles L. Pero, en un cierto momento, podían aparecer súbitamente varios caracoles L que podrían aparearse entre sí, iniciando una nueva especie. en 1988 publicó su idea en una nota en Evolution, titulada "Especiación simpátrica en caracoles: un modelo ampliamente olvidado". La última línea de la nota decía: "Los procesos de genética de poblacionesimplicados aquí son complicados y merecen ser estudiados matemáticamente."
En los años siguientes, cuatro biólogos aceptaron el reto y realizaron cálculos para ver si Gittenberger había acertado. En 1990, M Johnson decidió que no. Sus cálculos mostraban que los primeros pocos caracoles L difícilmente hallaría parejas L. En 1991, A. Orr, a través des imulaciones por ordenador mostró que de cuando en cuando podía surgir una población entera de L. G. y E. Van Batenburg realizaron una larga serie de cálculos con ordenador, llegando a la misma conclusión. En poblaciones pequeñas, los caracoles L podían ganar la carrera ocasionalmente.
En su nota de 1988, Gittenberger había recopilado evidencia de que la naturaleza, como mínimo temporalmente, apoyaba su teoría. En 1862, una colonia de caracoles L se había encontrado en un jardín inglés. En 1911 se hallaron casi dos mil caracoles L fósiles en depósitos de unos pocos miles de años. Aparentemente, esas poblaciones no habían sobrevivido. A veces, todos los miembros de una especie eran L. Por ejemplo, Quantula striata, de Singapur, es D, pero sus próximos parientes Dyakia de Borneo son L De hecho, como ha señalado un malacólogo, "hay una cornucopia" de caracoles contrarios.