Este mes tenía pensado hablar del origen simbiótico de la célula eucariota, pero una noticia aparecida el día 11 del mes pasado me hizo cambiar de idea, dado que la atención dedicada al suceso ha sido importante.
La noticia se refería al caso de una niña de una localidad toledana que había resultado infestada por la popularmente conocida como ameba comecerebros. La infestación de esta ameba produce una muerte fulminante en más del 97 por ciento de los casos. Afortunadamente, la niña se ha salvado. Los médicos de la sanidad pública, que realizaron una exhaustiva investigación hasta determinar que la causa era ese protozoo y dónde se había producido la infestación (en una piscina pública climatizada), le dieron, a falta de un tratamiento estándar (no se conoce ningún tratamiento verdaderamente eficaz), uno combinado de antibióticos y antifúngicos.
Esta ameba, de nombre científico Naegleria fowleri, es un protozoo ameboflagelado del grupo Percolozoa, constituido por protozoos que pueden presentar diversas formas. Existe en tres formas, dos trofozoítos, uno ameboide y otro flagelado, y una forma vegetativa de resistencia o quiste. En la forma de trofozoíto ameboide parece una ameba alargada que emite un pseudópodo por su extremo más ancho. El trofozoito flagelado presenta un par de flagelos en un extremo. El quiste es esférico con poros cubiertos por mucus. El trofozoíto ameboide es la forma que presenta la mayor parte del tiempo, cuando las condiciones le son favorables, y en la que se reproduce por escisión. Cuando las condiciones empeoran algo, como cuando se cultiva en agua desionizada, adopta la forma de trofozoíto flagelado. Si las condiciones son extremas, se enquista, volviendo a la forma de trofozoíto cuando se recuperan las condiciones favorables. Mide de 10 a 20 micras en la forma ameboide.
Su distribución es universal, encontrándose en suelos, lodos, aguas estancadas o semiestancadas como lagos, alcantarillado, piscinas climatizadas, etc. y en frotis de garganta y de nariz de personas sanas, siendo un parásito facultativo, lo que quiere decir que no necesita pasar por ningún hospedador para completar su ciclo. Si infesta a una persona, lo hace a través de sus fosas nasales, penetrando en el nervio olfatorio y llegando al cerebro, donde produce un rápido deterioro que suele llevar a la muerte de la persona afectada. No se contagia, sino que la infestación se produce por entrada de agua o polvo contaminados con la ameba a la cavidad nasal, por lo que en la mayor parte de los casos en que se ha podido determinar cómo han sucedido las cosas, los afectados se han sumergido en el agua o han sumergido la cabeza en ella, penetrándoles el agua con la ameba en las fosas nasales.
La enfermedad que produce, conocida como meningoencefalitis amebiana primaria, tiene un período de incubación de unos siete días, aunque se han reportado casos de uno o dos días, siguiendo un curso fulminante en el 97 por ciento de los casos, diez o quince días después de la aparición de las manifestaciones clínicas. Estas son: cefalea bifrontal y bitemporal, fiebre muy elevada, náuseas y vómitos, irritabilidad y conductas aberrantes, irritación meníngea, confusión, convulsiones, parálisis en los pares craneales III, IV y VI por edema cerebral, coma y muerte.
Está considerada una enfermedad rara, puesto que los casos conocidos son muy pocos (aunque no he encontrado datos mundiales, en los EEUU hubo 37 casos en nueve años), pero dada la tasa de mortalidad tan alta que produce (hasta el punto de que la mayoría de los diagnósticos se producen post-mortem), no está de más tomar precauciones como poner en el agua de instalaciones como piscinas climatizadas y spas cloruro sódico al 1 por ciento, cloro a concentraciones de 0,5 a 1 mg/L y Deciquam 222; utilización de diversos antimicrobianos; control higiénico de las instalaciones de climatización, de agua caliente sanitaria y de agua fría para consumo humano, aparte de otras medidas referentes a la prevención en determinados puestos de trabajo.
No sé conoce un tratamiento eficaz y no se sabe la causa de que la niña toledana haya sobrevivido. De todas formas, hay que tener muy claro que la enfermedad es muy rara y no obsesionarse con ella.
Noviembre de 2018