Julio Loras Zaera

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Profesor Francho de Fortanete A la luz de la ciencia. Biología y asuntos humanos

Este verano, la revista científica Nature publicó el descubrimiento del homínido más antiguo hasta la fecha. Se trata de un cráneo hallado en el desierto del Sahel, en Chad, 2500 km al Oeste del Valle del Rift, donde se habían descubierto, junto con el Sur de África todos los fósiles de homínidos.

Sahelanthropus tchadensis o, más informalmente, Toumaï, según Michel Burnet, uno de sus descubridores, debía de tener el tamaño de un chimpancé y tiene una antigüedad alrededor de los siete millones de años, un millón más que Orrorin tugenensis. Su capacidad craneana es de 320-380 cc y el cráneo presenta un arco superciliar continuo y más ancho que el de cualquier simio actual. El grosor de ese arco indicaría que el fósil encontrado es de un macho.

La cara es corta y relativamente plana, con la parte inferior algo adelantada para alojar los caninos y los incisivos. Según Burnet, visto por detrás, Toumaï parecería un chimpancé, pero por delante resultaría bastante distinto del simio.

En cuanto a la dentadura, un elemento muy importante para distinguir los homínidos de los simios, sus caninos serían más pequeños y cortos que los de los chimpancés macho, con las puntas desgastadas al modo de los homínidos, siendo los molares mayores que los del chimpancé. La capa de esmalte sería más gruesa que la de los chimpancés, lo que indicaría una dieta con menos frutas que la de éstos.

El foramen magnum, el orificio por el que se unen la médula y el encéfalo, según Burnet es oval y no redondeado como en los simios y está en posición adelantada, lo que indicaría que era un bípedo.

Este descubrimiento ha sido considerado por la prensa como revolucionario, pero las razones que ésta ha dado (tres millones de años más antiguo que el más antiguo conocido, vivir en el bosque en lugar de en la sabana) o son falsas (la primera) o no implican revolución alguna (hace tiempo que se sabe que los primeros homínidos no vivían en la sabana). La única razón por la que sería crucial este descubrimiento (aparte de estar tan cerca del momento que la genética molecular da para la divergencia entre simios y homínidos) es el lugar en que se hizo: ya no se podría decir que el Este de África es el lugar de origen de los homínidos.

Pero Burnet puede ver su gozo en un pozo. El 10 de octubre apareció en la misma revista un artículo crítico de Milford Wolpoff, que llega a la conclusión de que Toumaï era un simio, probablemente una hembra de gorila. Según él, ni los dientes, ni la frente, ni el foramen magnum sugieren homínido. El tamaño y el esmalte de los dientes son lo que cabría esperar de un gorila o de un chimpancé y el foramen magnum tiene el diseño típico de un simio que camina a cuatro patas.

Burnet le replica con el canino pequeño del ejemplar, no muy grande como el que correspondería a un simio, e insiste en que podría ser bípedo, por poseer una condición necesaria para ello, el foramen magnum adelantado.

No sé cuál de los dos puede tener razón. Burnet espera encontrar las extremidades para reivindicar su posición. Creo que habrá que esperar. Pero una cosa sí me parece: aunque se tratara de un simio, seguiría siendo un hallazgo importantísismo: hasta ahora no se han encontrado fósiles de grandes simios, el registro de los antepasados de gorilas y chimpancés está completamente en blanco.

© Julio Loras Zaera
Profesor Francho de Fortanete

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