Julio Loras Zaera

fortanete

Profesor Francho de Fortanete A la luz de la ciencia. Biología y asuntos humanos

En el artículo anterior sobre este mismo tema, repasé los postulados fundamentales de la homeopatía, mostrando lo insustancial y contradictorio con la ciencia de esos postulados. Pero en medicina uno no puede guiarse solamente por la ciencia ni por la coherencia o incoherencia de los postulados en que dicen basarse los tratamientos. La medicina, más que una ciencia, es una práctica que se relaciona con la biología de la misma forma que lo hace la ingeniería con la física: se basa tanto como puede en la ciencia, pero muchas veces debe guiarse por criterios puramente prácticos que pueden dar resultado sin que esté claro por qué lo hacen.

Así, desde los años sesenta del siglo pasado, uno de los tratamientos más eficaces, que dan buen resultado en muchísimos pacientes, para el trastorno bipolar es el litio. Lo descubrió un psiquiatra australiano por casualidad, inyectando a cerdos orina de pacientes con ese trastorno. Para solubilizar el ácido úrico utilizó litio, observando que los cerdos se tranquilizaban y no tenían subidas bruscas en su ánimo. Al estudiar qué principio provocaba ese efecto, resultó ser el litio. Ni él ni nadie, ni entonces ni después sabían por qué el litio tenía ese efecto, pero es innegable que funciona muy bien. Recientemente se ha investigado meticulosamente la cuestión y un equipo ha descubierto que, al parecer, el litio actúa doblemente sobre dos cascadas de reacciones, respectivamente, de fosforilación y desfosforilación, de las cuales depende el equilibrio entre la forma fosforilada y la desfosforilada de determinada proteína que interviene en la formación correcta del citoesqueleto de las espinas dendríticas de las neuronas de determinadas zonas del cerebro. Pero hasta ese descubrimiento el litio era recetado con éxito a una buena parte de los pacientes de trastorno bipolar, pese a no saberse cómo funcionaba.

¿Pudiera ser el caso de la llamada medicina homeopática como el del litio? ¿Pudiera ser que fuese eficaz, aunque no tuviese un fundamento científico? ¿Pudiera ser que la homeopatía estuviese esperando a los investigadores que hallasen su fundamento y mientras tanto estuviese curando a la gente? De eso trata este artículo.

Para evaluar si un tratamiento médico es eficaz, no basta con la opinión de las personas tratadas. En general, no se puede saber si sólo responden las personas que creen que ha mejorado su salud, ni si esta mejora se debe realmente al tratamiento, a la casualidad o al efecto placebo (mejora de raíz psicológica debida a la confianza en el tratamiento o en el médico). Lo mismo pasa con las evaluaciones hechas por los médicos que dan el tratamiento. Para evaluar la eficacia de los tratamientos médicos se necesitan estudios con buenas muestras de pacientes. Además, éstos deben ser comparados con pacientes a los que se da placebo (algo parecido a la medicina, pero sin principio activo) en vez del principio activo. Cada paciente tiene que ignorar si se le da la medicina o el placebo y los pacientes que reciben la medicina o el placebo deben ser elegidos al azar. Mejor todavía si ni los pacientes ni los encargados de dar el tratamiento saben quién recibe la medicina o el placebo (estudios doble ciego). Y aún mejor si quien hace el estudio tampoco tiene esa información (estudios triple ciego).

En 2002 The British Medical Journal publicó una “revisión sistemática de revisiones sistemáticas” sobre la eficacia de la homeopatía, basada en toda la literatura disponible sobre el tema, seleccionada por criterios de calidad metodológica y de tamaño de las muestras (muestras representativas, estudios doble ciego y/o con control por placebo aleatorizados, metaanálisis o análisis conjuntos de diversos estudios, reproducciones, etc.). El autor, E. Ernst, concluía de la revisión, con un estilo sumamente prudente, que no había evidencia de que la eficacia del tratamiento homeopático fuera superior a la del placebo.

A finales de 2011 fue publicado un informe que una gran cantidad de medios de comunicación dijeron que era un informe del gobierno suizo sobre la eficacia de la homeopatía. En realidad, no era exactamente así. El gobierno suizo, que provisionalmente pagaba los tratamientos homeopáticos y quería decidir sobre mantener o no esa política, abrió un debate sobre el asunto. Los médicos homeópatas suizos hicieron ese informe como su aportación al debate. De hecho, no fue el gobierno suizo quien publicó el informe, sino dos editores alemanes. El informe de los homeópatas no se enfoca solamente sobre la eficacia, sino también sobre su baratura y, lo que es muy importante, la opinión favorable a las llamadas medicinas alternativas y complementarias de la mayoría de la ciudadanía helvética (que se demostró cuando ganaron el referéndum quienes querían que el estado pagara esos tratamientos). El informe dedicaba mucho espacio al cuestionamiento y la falta de adecuación de los estudios aleatorizados, doble ciego y con grupos de control, de los estudios con animales y de los estudios físicoquímicos. Aunque no se privaban de presentar unos pocos estudios de esos tipos que confirmaban, aunque fuese débilmente y con resultados escasamente significativos (se entienden por significativos los resultados que es muy poco probable que se deban al azar), sus tesis.

En 2015, el gobierno australiano, éste sí, hizo público un exhaustivo informe de su agencia nacional de salud, el NHMRC. En él se presentaban explícitamente la metodología, los criterios de selección de los informes, ensayos y metaanálisis tenidos en cuenta en el informe, la magnitud de las muestras. Además de estudios e informes científicos, recogía aportaciones de los grupos de interés homeopáticos y del público en general. El informe evaluaba la calidad de los estudios considerados, siendo muy exigente, tanto con las condiciones de los ensayos, como con el sesgo de publicación (en general, acceden a la prensa científica con mayor probabilidad los artículos que muestran resultados positivos, publicándose muy pocos que arrojen resultados nulos) o el rigor de las medidas de control de las condiciones de los ensayos, como del sesgo del observador. En fin, es un informe de gran valor. La conclusión es que no hay evidencia de eficacia superior al placebo para la lista de condiciones de salud estudiadas.

A todo esto, los creyentes en la homeopatía, como se ve en el informe suizo, aducen que su práctica médica no se puede evaluar como se evalúan las prácticas “convencionales”, que el tratamiento homeopático no se puede evaluar de la misma manera. Como dicen en mi pueblo, para ellos la perra gorda.

Junio de 2018

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