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Julio Loras Zaera

La mayoría de las teorías actuales sobre el envejecimiento vienen a atribuirlo a la pérdida de eficacia de la selección de los individuos debida a constricciones pleiotrópicas (es decir a la acción distinta de los mismos alelos en diferentes partes del organismo o en diferentes momentos de su vida) o al declive de la selección después de llegar a la edad reproductiva. De esas teorías se puede derivar la posibilidad de que, si identificáramos los alelos causantes de senescencia o si pudiésemos quebrar la pleiotropía antagonística, llegaríamos a suavizar o retardar indefinidamente los efectos del envejecimiento.

Paul Nelson y Joanna Masel no están de acuerdo con eso y lo argumentaron en un artículo publicado en PNAS en diciembre del año pasado. Nelson y Masel dicen que estas teorías sólo tienen en cuenta un nivel de selección, el que se da entre organismos pluricelulares, y olvidan otro nivel, la selección que se da dentro de un organismo entre las células que lo integran. Admiten que la selección intercelular puede frenar el envejecimiento eliminando las células no funcionales, pero señalan que la eficacia biológica del organismo no depende solamente de cuán bien funcionan sus células, sino también del grado y la corrección con que éstas trabajan juntas y la competencia intercelular puede seleccionar células que no trabajan cooperativamente, sino en lo que podríamos llamar su propio interés. Con lo cual, la selección intercelular presenta un doble aspecto contradictorio ineludible para los organismos pluricelulares.

A continuación, plantean un modelo que se basa en su hipótesis y en el que introducen variables mensurables como el vigor (definido como la medida de la función celular general o la actividad metabólica de las células; disminuye con los daños y con la senescencia celulares), la cooperación (la inversión en rasgos costosos para la célula, pero beneficiosos para el organismo; una manifestación de pérdida de cooperación es una aumentada propensión al cáncer), la vitalidad pluricelular (la salud general y la condición global del organismo; función de la cooperación y del vigor celulares). Cada célula se identifica en el modelo por su potencial competitivo y por su contribución a la vitalidad del organismo. La distribución de probabilidades de los efectos de una nueva mutación somática o de otro cambio hereditario se considera una función de los valores actuales del potencial competitivo y de la contribución a la vitalidad del individuo. El modelo asume que no hay covarianza positiva entre el vigor y la cooperación, es decir, que estos no varían de la misma manera y que el desarrollo de una covarianza negativa es un rasgo inherente a la competencia intercelular a partir de un comienzo altamente funcional.

En la discusión del resultado, es decir, de la conclusión del envejecimiento inevitable en cualquier organismo pluricelular, responden a otros investigadores, que dicen que las redes genéticas pueden ser indefinidamente estables si la reparación celular es suficientemente efectiva, que la capacidad de reparación es ella misma un rasgo sujeto a degradación. Otros modelos de sistemas más complejos dan lugar a covarianzas temporalmente positivas, pero son eso, temporales, siendo a la larga ineludible la evolución a una covarianza negativa, puesto que la correlación positiva depende de una reserva de células troncales que, ella misma, se va degradando con el tiempo.

Discuten unas cuantas objeciones más, a mi parecer, de manera razonable. Con lo que su conclusión es que el envejecimiento es inevitable para los organismos pluricelulares como nosotros, debido a la competencia entre las células que nos forman. Es decir, que la eterna juventud no estará nunca a nuestro alcance.

Para acabar, quisiera hacer notar que, a mi parecer, Nelson y Masel se expresan de manera algo confusa cuando, al hablar de la selección celular en su modelo, atribuyen a esta selección dos aspectos contradictorios, es decir, la contribución de las células a la supervivencia del organismo y, al mismo tiempo, el trabajo “en interés propio”. A mí me parece que no se trata de selección al mismo nivel: la contribución a la supervivencia del organismo depende de la selección individual, no de la selección a nivel celular. Creo que esta confusión se debe a una cierta incoherencia en la concepción de la selección a diversos niveles. Aunque esta concepción fue aclarada por Sober y Wilson en su libro sobre el comportamiento altruista, aún choca con una cierta ortodoxia.

Mayo de 2018

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Diseño: Julio Loras Zaera

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