Profesor Francho de Fortanete

El diario digital Público ha publicado recientemente un artículo del psiquiatra Joseba Anchotegui con el título Los trastornos mentales, un enigmático legado de la evolución. ¿Cómo actúa la selección natural?, artículo que he creído que vale la pena de comentar.

El psiquiatra empieza preguntándose por la explicación evolutiva de los trastornos mentales, de por qué la selección natural mantiene de generación en generación estas conductas que nos resultan extrañas, poco comprensibles (el delirio, la anorexia, la depresión, etc.). ¿Por qué no han sido eliminadas?

En seguida, nos habla de tres hipótesis. La primera, para la cual pone el caso de la anorexia, sería que la existencia de individuos con psicologías muy distintas sería un seguro para situaciones críticas, a las que siempre algunos individuos podrían hacer frente. El ejemplo de la anorexia no es precisamente un buen ejemplo. Nos dice que en casos de hambruna, la existencia de individuos anoréxicos favorecería la supervivencia de otros individuos con más necesidades nutritivas, al no tener que competir con ellos por el alimento. Sería un buen ejemplo si se refiriese a la selección de grupos: los grupos con individuos anoréxicos tendrían más éxito que los otros. Pero el señor Anchotegui no sale en ningún momento del marco de la selección individual.

La segunda hipótesis es que los trastornos mentales son temporales y el apoyo del grupo mejora la situación de esos enfermos. Lo cual nada tiene que ver con la selección natural, excepto que en un medio del que forma parte la ayuda de los demás la eficacia biológica de los enfermos aumenta e incluso puede equipararse a la de los no enfermos, es decir, la selección contra los enfermos se atenúa.

La tercera hipótesis es la que llama del mal menor. Sufrir un trastorno mental es peor que morir o suicidarse. Lo que obvia es que los trastornos mentales, si bien no están sometidos a una selección del 100 % (morir, suicidarse sin reproducirse) tienen una eficacia biológica o un éxito reproductivo menor, como media, en nuestros ambientes, que los individuos que no los padecen. O sea, que no están sometidos a un coeficiente de selección del 100 %, pero sí a un coeficiente no nulo y siempre mayor que el de las personas mentalmente sanas, en igualdad de las demás condiciones, es decir, como media, tienen menos descendencia. Con lo que tenderán a disminuir en número a medida que pasen las generaciones.

Como ejemplo de esa supuesta estrategia del mal menor pone, entre otros, el caso de la anemia falciforme, llamada así porque los glóbulos rojos de quien la sufre tienen una forma que recuerda la de una hoz, en vez de un disco. Esos glóbulos rojos falciformes son rígidos y quedan retenidos en los vasos sanguíneos más estrechos, provocando anemia y otros males orgánicos. Esta enfermedad hereditaria es frecuente entre los afroamericanos con antepasados de zonas donde la malaria era y es endémica. Se debe a la presencia en homocigosis (dos alelos iguales, uno heredado de la madre y el otro del padre) de dos alelo recesivo para un gen de la hemoglobina. Estos homocigotos sufren la enfermedad. Al tratarse de un alelo recesivo, sus efectos no aparecen en los heterocigotos (que tienen un alelo recesivo y otro dominante, el normal de la hemoglobina). Los individuos homocigotos que presentan en dosis doble el alelo normal tampoco la sufren. Habitualmente, la selección actúa contra los homocigotos recesivos y, si nada cambia, el alelo recesivo tiende a desaparecer. Pero donde hay malaria, los heterocigotos, que tienen hemoglobina normal y hemoglobina falciforme, tienen ventaja sobre los dos tipos de homocigotos, puesto que son inmunes a la malaria. Los homocigotos recesivos se mantienen en la población por los cruces entre los heterocigotos. Los homocigotos normales son diezmados por la malaria. Nada que ver, pues, con un supuesto mal menor.

Nos habla luego el señor Anchotegui sobre tres tipos de selección: estabilizadora, disruptiva y direccional. Hay otros, como la selección dependiente de la frecuencia, que, por cierto, hipotéticamente podría explicar la evolución de los trastornos de que habla. En la selección negativa dependiente de la frecuencia resultan favorecidos los genotipos menos frecuentes, aumentando su frecuencia hasta que son otros los menos frecuentes y éstos, a su vez, les quitan la ventaja.

Pero todo es una pura fantasía. Para que la selección pueda actuar, los rasgos deben ser hereditarios y no se sabe fehacientemente de muchos trastornos mentales si tienen o no causas genéticas, si son o no hereditarios. Antes de plantear hipótesis basadas en la selección natural, ha de estar probada la base genética. Y ello debe hacerse para cada trastorno, no vale hablar de trastornos en general.

Marzo de 2018

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