En este artículo voy a tratar de los Lagomorfos, que en la escuela nos decían que eran Roedores basándose únicamente en el resultado de una evolución convergente y no en la genealogía evolutiva. Se parecen a los Roedores en que tienen un par de incisivos superiores en forma de bisel, apropiados para roer y de crecimiento continuo, una adaptación al fuerte desgaste a que son sometidos en el proceso de roer. Pero además de estos, tienen otros dos en el premaxilar. Y no se parecen en nada más a los roedores: ni en el aspecto, ni en el sistema digestivo, ni en el hecho de que, a diferencia de los roedores, tienen dedos con garras.
Tienen un ciego enorme (en la liebre llega a ser diez veces más largo que el estómago) y un doble circuito de digestión: el alimento pasa dos veces por el tubo digestivo. Estas dos características están relacionadas y son una forma de resolver el mismo problema que los rumiantes han resuelto con su estómago compartimentado: la digestión de la celulosa. Si observamos a los conejos enjaulados, veremos que los excrementos diurnos son distintos de los nocturnos. Estos últimos son redondos, blancos y cubiertos de mucus. Los ingieren inmediatamente, sin masticar. De esta forma pueden utilizar los productos del metabolismo bacteriano que se producen en el ciego y que no pueden ser absorbidos por el intestino terminal.
La liebre (Lepus europaeus)
Es un mamífero de talla mediana (para la fauna española), con largas orejas y patas posteriores, adaptadas al salto y la carrera, en la que puede alcanzar los 50-60km/h. Su coloración es marrón grisácea, a veces con tonalidades amarillentas. La extremidad de la oreja y la parte superior de la cola son negras.
Habita en todo tipo de biotopos, en toda clase de terrenos llanos, abiertos (sobre todo cerca de los cultivos) y también en zonas boscosas poco frondosas, zonas yermas y arenosas. Tiene un radio de desplazamiento muy grande, lo que dificulta el establecimiento de sus requerimientos territoriales. Es herbívora, pero también puede comer restos de origen animal. Se alimenta de tallos tiernos, cereales y, en invierno, en sitios donde la capa de nieve es alta, de cortezas de árboles jóvenes, a los que debilita y puede matar.
Su período de reproducción va de enero a julio, con variaciones locales y de un año a otro. Llega a la pubertad al año, y la gestación dura 42 días. Presenta superfetación, lo cual quiere decir que una hembra en estado avanzado de gestación puede quedar otra vez preñada, de forma que a la expulsión de los fetos avanzados no se produce aborto de los de la siguiente gestación. A finales de la época de reproducción es frecuente que se reabsorban los embriones de las gestaciones tardías. Cada hembra lleva 2-5 embriones por gestación.
Hace el nido tanto en zonas boscosas como abiertas o dentro de una zanja protegida por alguna mata. No excava galerías, sino que hace un pequeño hueco, donde se instala poniendo la cabeza en la parte donde ha acumulado la tierra y las patas posteriores, hacia el interior. Las crías nacen con pelo y los ojos abiertos, siendo reducida la atención maternal. Son amamantadas cinco minutos cada día, pero su leche es extremadamente nutritiva. Menos de una semana después de nacer, abandonan el nido, pero se reúnen una vez al día, al crepúsculo, para comer. Pueden reproducirse a la primavera siguiente, viviendo de ocho a doce años.
Sobre las liebres, tengo una anécdota de mi padre, que era camionero y una vez atropelló una. Al bajar a recogerla, vio que tenía la cabeza y las patas posteriores aplastadas y el resto del cuerpo intacto. La explicación está en que la liebre, cuando corre, adelanta las largas patas posteriores a la cabeza.
El conejo (Oryctolagus cuniculus)
De tamaño menor que la liebre, más pequeño y redondeado, con orejas y extremidades posteriores más cortas, pero también adaptado al salto y la carrera, el conejo alcanza los 40 km/h.
Su requerimiento principal es la naturaleza del suelo, que debe ser arenoso o arcilloso para poder excavar sus madrigueras (en Fortanete, cados). Prefiere terrenos abiertos, campos abandonados o zonas de matorrales, aunque puede habitar zonas boscosas claras. En los bosques prefiere los calveros y los márgenes con prados o cultivos.
Es herbívoro, aunque a veces también puede comer restos de origen animal. Su ciclo de actividad es principalmente crepuscular y nocturno, con un máximo a la puesta del sol y otro al alba, aunque no es raro verlo a pleno día, sobre todo en años de alta densidad. Es más difícil verlo en la época de caza, ya que ante la presencia de los cazadores se vuelve más desconfiado.
Su ciclo reproductivo comienza en diciembre-enero y termina en junio-julio. La media de embriones por gestación, en España, es de tres, con una horquilla entre uno y cinco. La gestación dura 30 días, con un 44% de gest6aciones únicas, un 38% dobles y un 17% triples.
Construye cados donde viven y crecen las crías, llamadas gazapos. Hacen cados largos y ramificados que se pueden intercomunicar con otros cuando la población es densa. Las hembras excavan un cado muy simple, con una sola galería a algunos metros del cado donde viven. Hacen un nido con pelo de su cuerpo. Los gazapos nacen ciegos y sin pelo, tardando diez días a abrir los ojos. Son amamantados cinco minutos cada día, siendo éste el único contacto entre la madre y las crías hasta que a las tres semanas pueden alimentarse por sí solas. Llegan a la pubertad a los 3.5 meses.
Constituyen sociedades poligámicas y jerarquizadas, siendo dominantes los machos. Son sedentarios: si se transporta un conejo a más de mil metros de su cado, es incapaz de volver a él.
© Julio Loras Zaera