Julio Loras Zaera

fortanete

Profesor Francho de Fortanete A la luz de la ciencia. Biología y asuntos humanos

Dar la razón a De Waal

Como vimos hace un mes, el primatólogo Frans de Waal, fundado en su larga experiencia en el estudio de los primates, propugna una historia evolutiva de nuestras facultades morales. Hay mucha resistencia, más entre psicólogos y filósofos que entre primatólogos y zoólogos, pero también entre estos, a admitir la hipótesis del primatólogo holandés. En Primates y filósofos, el libro que comenté en abril, de Waal se centró en la empatía. El pasado 24 de febrero, un equipo de primatólogos publicó en Science Advances un trabajo experimental sobre altruismo en los chimpancés, otra de las capacidades morales. Se trata de un trabajo experimental novedoso, realizado en el medio salvaje. Los autores reconocen en la introducción que en los experimentos de laboratorio al uso no se observa altruismo, pero objetan que las condiciones de esos experimentos son radicalmente distintas de las que se dan en la vida salvaje, desde los emparejamientos forzados de los sujetos hasta la presencia y la posible interferencia de los experimentadores humanos, pasando por su estrecha limitación temporal

El equipo realizó su experimento en una reserva africana donde había tres bandas de chimpancés de distinto tamaño, instalando en sus territorios una fuente que daba zumo dulce, accionada por un botón situado a una distancia tal de la fuente que el

individuo que accionaba el botón no tenía acceso fácil al zumo, pero sí que lo tenían

los otros individuos.

Cuando los chimpancés se hubieron familiarizado con la instalación y aprendido su funcionamiento, se empezó el experimento. Se los observó en decenas de sesiones de dos horas, seleccionando para ello los individuos que presionaron el botón un mínimo de tres veces en cada sesión. Apretar el botón tenía un coste: el animal no podía beber el zumo. La idea con ello es que pudiese darse comportamiento altruista, que se define como el que beneficia a otros con un coste para el sujeto: si el que pulsaba el botón pudiera beber, no habría coste y no se podría hablar de altruismo. Pese al coste, la conducta de por lo menos un individuo del grupo pulsando el botón fue creciendo con el tiempo. Sin embargo, se daba a veces un movimiento del sujeto hacia la fuente, lo que excluía un comportamiento puramente altruista, en un tercio de los casos. Pero aun excluyendo estos casos del análisis, seguía dándose un aumento de la frecuencia de pulsación del botón y su duración.

Como control, se instaló otra fuente fuera del cercado, de manera que ningún chimpancé tenía acceso a ella, aunque sí al botón, resultando en una muy baja frecuencia de pulsaciones. Esto excluía la curiosidad como motivación e indicaba que en el caso de la fuente experimental, la motivación era beber o permitir que bebieran los compañeros, estando lo primero evitado por el diseño de la fuente.

Las tres bandas de chimpancés difirieron marcadamente en su comportamiento altruista. Los investigadores hallaron una correlación positiva entre altruismo y tolerancia social, medida por el tiempo que los individuos pasaban en compañía próxima sin agredirse. En cuanto al llamado nepotismo, es decir, el favorecimiento preferente a los parientes, de los dos grupos en que esto se observó, se dio menos en el que presentaba más tolerancia social. No nos dicen qué pasó con el tercer grupo, aunque se puede entender que en él no se daba significativamente nepotismo.

Estos experimentos vienen a corroborar las hipótesis de Frans de Waal de una continuidad entre los simios y nosotros respecto a la moral, en la medida que el altruismo evidenciado por estos experimentos no parece altruismo puramente biológico (favorecer a otros pagando un coste por ello, independientemente de las motivaciones), sino también psicológico. Los autores, que no se refieren explícitamente a de Waal y tal vez no se hayan guiado por sus hipótesis, lo que hace sus resultados más interesantes, descartan el mecanismo evolutivo de la selección de parentesco y dicen que parece descartarse el interés genético propio. Sin embargo, esta afirmación es incompleta, ya que no solo el nepotismo es un mecanismo basado en el interés propio, sino que también lo es la reciprocidad (yo te rasco la espalda y tú me la rascas después). De Waal se basa en esto último, el altruismo recíproco, como mecanismo evolutivo de la moral. En mi artículo de abril discutí esto proponiendo el mecanismo de la selección grupal. El hecho de que los tres grupos se comportaran de manera diferente en el experimento es para mi una indicación de que habría que elevarse al nivel de los grupos. Y además, en otros experimentos como estos habría que observar si los individuos favorecen más a los que les favorecen o eso no se produce, a fin de comprobar si se da altruismo recíproco.

Las diferencias entre grupos, como en este caso, no tienen por qué estar asociadas a las diferencias genéticas entre individuos. En este caso, tenemos tres grupos, de los cuales en dos se da nepotismo, base para la selección de parentesco, y otro en el que este tipo de conducta no se da significativamente. De los dos en que se da nepotismo, en uno se da más que en el otro. No sabemos si se da reciprocidad. Sí sabemos que a más tolerancia social, más altruismo. En conjunto, tenemos tres grupos a los que podemos atribuir tres fenotipos distintos, independientemente de si los genotipos de sus miembros son o no muy diferentes. El equipo investigador no nos informa del tamaño de cada grupo. Si lo conociéramos, así como su evolución en el tiempo, podríamos determinar si actúa o no la selección grupal: si los grupos con más comportamientos altruistas aumentaran más de tamaño, estaríamos viendo ese tipo de selección en acción.

Mayo de 2021

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