Julio Loras Zaera

fortanete

Profesor Francho de Fortanete A la luz de la ciencia. Biología y asuntos humanos

"Creencias en brujería en el mundo" (2)

Las olas de macroencuestas que analizó Gershmann constituyen una base de datos muy útil para el estudio de la brujería. Sin embargo, el análisis no me parece muy acertado por dos motivos: su eclecticismo, ya que en ningún momento prioriza ninguna correlación o ningún grupo de correlaciones, que son de muy diversa naturaleza; y, relacionado con eso, su falta de decisión para formular ninguna hipótesis explicativa (aunque, un poco solapadamente, da crédito a la teoría funcionalista de Evans-Pritchard sin argumentarlo).

Antes de entrar en esas cuestiones debo explicar por qué dije que no me cuadraba que en los EEUU la creencia en brujas estuviese al mismo nivel que en Suecia (un muy pequeño 9 %). Se rompe así la correlación con la religiosidad (los EEUU son uno de los países más industrializados donde hay más creyentes que piensan que la religión es muy importante, un 53 %, dejando aparte las personas creyentes menos devotas). Y es sabido que en los EEUU hay decenas de millones de personas que creen en poderes paranormales, integrantes de sectas religiosas y pararreligiosas con pastores de poderes recibidos de Dios que curan milagrosamente pero también te pueden mandar al fuego eterno, telepredicadores que pueden hacer lo mismo y muchos hechiceros por libre. No me parece, teniendo en cuenta, por ejemplo, lo que dice Quevedo de la madre del Buscón sobre procurar “angelitos” al cielo y proporcionar bebedizos amorosos, que los creyentes en brujas solo crean que son capaces de perjudicar y no de beneficiar, todo depende del trato que se tenga con ellas. La pregunta principal de la encuesta (si los encuestados creían que había personas que pueden provocar males mediante poderes sobrenaturales) me parece muy estrecha. Si se hubiera formulado de una manera más neutra y sin aludir a “poderes sobrenaturales”, hablando, por ejemplo, de poderes no naturales, creo que muchos más norteamericanos habrían contestado afirmativamente y la correlación no se habría roto.

La correlación que me parece que antes hay que analizar es la que se da entre creencia religiosa y creencia en la brujería a nivel de países. No porque crea que son lo mismo o de idéntica naturaleza, sino por su relación con la que se da entre la situación socioeconómica, la que se da entre creencia en brujería y nivel de instrucción o la que hay entre esa creencia y el tamaño del hogar. En realidad, tiendo a creer que todas esas correlaciones son la misma o se pueden unificar en una: la seguridad vital. Quienes no están en la base de la pirámide social viven vidas mas seguras, a todos los niveles, que quienes están en ella, teniendo menos preocupaciones vitales.

A ello hay que añadir, atendiendo a la correlación entre los dos tipos de creencias, que un estudio de la religiosidad en los años 70, limitado a los EEUU, Europa y la URSS reveló que donde había menos creencia era en esta última, seguida de Europa y en último lugar los EEUU. Diversos antropólogos sin el temor de Gershmann a emitir hipótesis lo explicaron basándose en el nivel de seguridad vital de cada área. La URSS, donde la gente tenía una vida muy modesta pero con gran seguridad, era un país con muy pocos creyentes religiosos; los EEUU, con grandes desigualdades, con el despido libre, sin seguridad social, sin sanidad pública, sin becas para estudiantes y, para colmo, con libre acceso a las armas de fuego, eran muy inseguros y la gente buscaba seguridad en la religión; Europa, con su Estado del bienestar, aunque no en todas partes la gente tenia la vida solucionada y, compensando la riqueza, era menos segura que la URSS y la creencia tenia mas prevalencia que en la URSS, pero mucha menos que en los EEUU. Estudios más modernos han revelado que los países del mundo con menos creencia religiosa son Suecia y Noruega, donde los no creyentes sobrepasan la mitad de la población, y es sabido que en esos países prácticamente todo el mundo tiene la vida solucionada desde el nacimiento hasta la tumba. Y en cuanto a creencia en la brujería, Suecia también se lleva el record del mínimo.

No sé de ningún antropólogo que haya relacionado de la misma forma la creencia en brujas con la inseguridad vital, pero a la vista del estudio que comento y de esa hipótesis antropológica, no sé si de manera temeraria, pero me atrevo a afirmar que la creencia en brujos tiene la misma raíz: a más seguridad, menos creencia; a más inseguridad, más creencia. Si tomamos, además, en cuenta la correlación negativa con la fortaleza de las instituciones formales y el desarrollo del Estado de derecho, mi hipótesis sale reforzada.

La hipótesis de Evans-Pritchard se basa en el funcionalismo, una estrategia de investigación que considera que todos los fenómenos que se dan en las culturas contribuyen a la cohesión social y al mantenimiento de la armonía de la sociedad. Para él, la creencia en brujos y brujas servía a la cohesión social, fomentaba la conformidad y frenaba la innovación. Sin embargo, Túnez es uno de los países que más creen en la brujería y a pesar de ello fue uno de los punteros de la Primavera Árabe. Le faltaba a este gran antropólogo considerar la sociedad y la cultura en el tiempo y atender a la conflictividad, que se da en todas las sociedades. Su estudio de la brujería entre los azande adoleció de falta de esa perspectiva y no tuvo en cuenta que desde la colonización británica los azande habían entrado en lo que otros antropólogos definieron como una situación de anomia. En esa época, la creencia en la brujería de ese pueblo produjo, a menor escala, algo como la caza de brujas del siglo XV al XVII en Europa. Si se tienen en cuenta cosas así, se entiende que la creencia en brujas no es lo mismo que la práctica de acudir a ellas o cazarlas, como no es lo mismo la creencia en dioses que la práctica religiosa. Y que esa creencia tiene consecuencias diferentes, tanto positivas como negativas a nivel social, en circunstancias diferentes. Además, esa creencia tiene consecuencias diferentes en sociedades de organización política diferente. Entre cazadores recolectores, aldeanos de tala y quema y miembros de jefaturas en sus estadios iniciales, la identificación y ejecución de los brujos responsables de alguna desgracia libera a la colectividad de gorrones, “mandones”, jactanciosos o violentos con poco apoyo de sus grupos de parentesco, porque esos son invariablemente los que los adivinadores identifican como brujos. En cambio, en las sociedades de nivel político estatal y en situaciones en que la elite se ve cuestionada seriamente, a esta le queda la opción de liderar la caza de brujas haciendo creer a la gente de abajo que todos los males le vienen de la brujería y que ellos, la elite, son necesarios para protegerles. El ejemplo más claro fue la caza de brujas en Europa.

Julio de 2023

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