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Julio Loras Zaera

Jaque a las pseudoterapias

España es uno de los países donde más se confía en los médicos, especialmente en los de la sanidad pública. Además, la mayoría de los españoles asegura confiar en la medicina basada en la evidencia. Sin embargo, reina entre el público español una cierta confusión sobre lo que esto significa, ya que un 59,8 por ciento cree en la utilidad terapéutca de la acupuntura y un 52,7 por ciento, en la eficacia de la homeopatía. Asimismo, proporciones no desdeñables de la población española, un 6,2 y un 9,8 por ciento respectivamente, han acudido este año a centros de acupuntura y a consultas homeopáticas. En El profesor Francho hace algún tiempo que intentamos modestamente combatir estas creencias erróneas (y perjudiciales) que creemos que deben su arraigo, tanto a los límites de la medicina (la desesperación por la falta de resultados rápidos, la falta de tiempo de los facultativos para atender debidamente a los pacientes, los límites del conocimiento médico...), como, y fundamentalmente, a la falta de una formación científica básica de la población (incluso de algunos profesionales de la sanidad).

En los últimos cinco años, han surgido con fuerza muchas asociaciones escépticas que cuestionan las llamadas medicinas alternativas o complementarias (este último apelativo sirve para soslayar la legislación sanitaria), animadas la mayoría de ellas por personas con una buena formación científica. Sin el trabajo de estas asociaciones, los medios de comunicación aún estarían, como estaban, haciendo de altavoces de decenas de charlatanes que ofrecen terapias simples para resolver problemas muy graves. En vez de ello, en las últimas semanas estamos viendo como muchos de esos medios que publicitaban terapias milagrosas están publicando noticias y artículos que las combaten. Creo también que hay que agradecer a esas asociaciones el que colegios médicos que toleraban a sus colegiados ejercer esa charlatanería hayan empezado a sancionarlos y, más allá de ello, hayan empezado a presionar a las autoridades académicas y políticas para expulsar esas “disciplinas” de las facultades de Medicina y de los centros sanitarios. Como primer resultado, diversas universidades, algunas de ellas de prestigio reconocido, están suprimiendo cursos y másteres de medicinas alternativas que hacía años que se impartían en ellas.

En este ambiente, y por iniciativa de la doctora María Luisa Carcedo, ministra de Sanidad, en colaboración con el ministro de Ciencia y Universidades, Pedro Duque, ambos ministerios acaban de presentar las líneas maestras de un Plan para la protección de la salud frente a las pseudoterapias. La justificación del plan se resume en este párrafo:

En definitiva, las pseudoterapias implican un riesgo real que influye directamente en la protección y el restablecimiento de la salud, en tanto que incide en la información objetiva que tanto profesionales como la ciudadanía reciben sobre las alternativas terapéuticas disponibles, su eficacia/efectividad y su seguridad. Si se utilizan estas terapias como sustitutivas o complementarias de las que sí han demostrado su efecto se estará poniendo en riesgo el derecho a la salud como derecho fundamental de la persona.

Tres principios rigen el plan: evaluación de las terapias a partir de la evidencia científica de su eficacia y seguridad; difusión de la información; y legislación al efecto.

Se impedirá la publicidad engañosa, esto es, publicitar efectos curativos no basados en evidencia científica. Se eliminarán las terapias no basadas en evidencia de los centros de salud, tanto públicos como privados. Si algún profesional o algún centro desea mantener esas prácticas, no podrá tener la consideración de profesional o centro sanitario. Los centros de formación sanitaria no podrán impartir enseñanzas de terapias no avaladas científicamente. Se emprenderán acciones de formación dirigidas tanto al personal sanitario como al público general; en este último aspecto, creo yo, habrá que recabar la colaboración de los medios de comunicación.

No he visto nada que se refiera específicamente a este aspecto, pero me parece que cae por su propio peso: habrá que mejorar mucho en los niveles de la enseñanza obligatoria la formación en ciencias, desde la adquisición de contenidos por parte del profesorado de primaria y de métodos pedagógicos por parte del de secundaria, pasando por el currículo, hasta la manera de enseñar ciencias, potenciando el espíritu crítico y el ”hacer ciencia” en las aulas.

Rápidamente, han saltado algunas voces de creyentes en las pseudoterapias diciendo que quieren prohibirlas. Nada más falso, cada uno puede morir como quiera, nadie se lo va a privar. Únicamente, los adeptos no podrán pedir esas supuestas terapias en centros sanitarios ni a médicos colegiados, pero podrán ir a otros centros, los cuales no podrán afirmar en su publicidad que curan nada.

Diciembre de 2018

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Diseño: Julio Loras Zaera