Julio Loras Zaera

fortanete

Profesor Francho de Fortanete A la luz de la ciencia. Biología y asuntos humanos

¿Los neandertales y nosotros pertenecemos a la misma especie?

Los paleontólogos, cuando clasifican, tienen serias dificultades y controversias cuando desean asignar varios conjuntos de fósiles a una sola o a varias especies. Mientras los biólogos disponen de criterios, en comparación, seguros, como son el comportamiento o los genes, los paleontólogos, hasta hace poco, solo disponían de la anatomía y de la paleoecología. Y cuando el debate se refiere a los últimos homininos, los prejuicios, dejando aparte las tendencias unificadoras o diversificadoras de cada paleontólogo, encuentran muchas oportunidades.

Durante mucho tiempo neandertales y sapiens fueron considerados subespecies de la especie Homo sapiens , los primeros pertenecerían a H. sapiens ssp. neanderthalensis y los segundos perteneceríamos a H. sapiens ssp. sapiens . Desde mediados del siglo XX se nos considera especies distintas. En el cambio hubo, además de razones de sistemática, algo de rechazo de cierto prejuicio que podría haber contado, consciente o inconscientemente, en las mentes de los paleoantropólogos, un prejuicio chovinista incapaz de concebir que hubiera dos especies humanas con un cerebro grande como el nuestro (los neandertales tenían el cerebro ligeramente mayor que nosotros). Creo que en la clasificación como especies separadas también puede haber un prejuicio relacionado con corrientes como el relativismo cultural, que se asentó por las mismas fechas.

Lo cual no quiere decir que esos cambios taxonómicos no tengan bases científicas, que las tienen, y muchas. Quienes consideran que formamos parte de una única especie tienen hoy a su favor las cada vez mayores evidencias de comportamientos similares si no idénticos, como la posesión de lenguajes similares, métodos de caza semejantes, arte incipiente parecido, tratamiento de los muertos, etc., pruebas de hibridación con híbridos fértiles, genomas ampliamente coincidentes, intercambio genético… Por lo que vuelve a aumentar el número de paleoantropólogos que proponen que formamos, neandertales y sapiens, una sola especie.

A falta de paleoantropólogos polemizadores, he encontrado un artículo firmado por el científico y divulgador Massimo Bernardi y la filósofa Andra Meneganzin que propugna en favor del mantenimiento de la clasificación en dos especies separadas ( https://doi.org/10.1016/j.quascirev.2023.107975 ). El hecho de que no sean paleoantropólogos no invalida, a mi parecer, su aportación, ya que el primero dirige un prestigioso museo de ciencias naturales, puesto en el que tiene oportunidad de intercambiar opiniones y datos con paleoantropólogos, mientras que la segunda está especializada en la coherencia de los estudios de esa especialidad, concretamente en el uso de los criterios de clasificación.

Para empezar, un argumento de mucho calado a la hora de precipitarse a sacar consecuencias de los muchos estudios que revelan constantemente un intercambio genético entre neandertales y sapiens en períodos prolongados y recientes. Esto, nos vienen a decir, no avala la realidad de una misma especie, ya que, al mismo tiempo, cada vez hay más evidencia de flujo genético entre especies animales distintas, lo que no lleva a amalgamarlas, sino a relativizar el cierre de sus acervos genéticos. De hecho, vienen a impugnar como dogma inamovible ese cierre que se tenía como condición sine qua non para definir las especies1. Sobre este asunto de las hibridaciones, hacen un repaso de los principales hallazgos de los tiempos recientes conseguidos por métodos genómicos y sobre los diversos momentos en que se supone que se produjeron, así como su relación con zonas geográficas determinadas, deduciendo que se trató de fenómenos localizados que se produjeron en poblaciones distintas. Del mismo modo, aluden a la poca cantidad, entre esos fenómenos, que se ha hallado hasta ahora de flujo de los sapiens hacia los neandertales. Proponen un modelo mixto que combine la hipótesis Out of Africa (el surgimiento de sapiens en África y su posterior paso a Eurasia, a diferencia de los neandertales, originados en Europa y que no parece que pasaran nunca a África) y la de intercambio genético en pulsos en diferentes momentos, dando lugar a poblaciones de sapiens con diferentes proporciones genéticas neandertales que siguieron caminos diferentes, sin por ello dar lugar a nuevas especies, al mantener el acervo genético común por intercambios entre ellas.

Reforzando el argumento, exponen que del genoma neandertal que conservan en diferentes grados distintas poblaciones, han desaparecido los genes más decisivos y los reguladores. Eso sí, entre los genes neandertales de los sapiens están genes relacionados con la coloración del pelo y de la piel, con la resistencia al frío y con la inmunidad. No sé qué valor selectivo tenga la coloración, aparte de que si es clara permite mayor producción de vitamina D, necesaria, entre otros procesos, para la fijación del calcio, producción que disminuye con la menor luminosidad; pero la inmunidad y la resistencia al frío en Eurasia son claramente ventajosas. La introgresión de estos genes es adaptativa y, por lo tanto, seleccionada. El hecho de que no se conserve ningún otro gen neandertal puede indicar que efectivamente estamos ante dos especies distintas.

De este modo y considerando los muchos casos que se van encontrando entre especies vivas claramente distintas de hibridación y flujo genético se pone en duda la consideración de una sola especie. En el caso de las especies vivas, cada vez más biólogos cuestionan la rigidez del concepto de especie, que se convirtió en un concepto metafísico o escolástico2, en el sentido de considerar solo especies distintas aquellas que poseen acervos genéticos cerrados. Es un concepto metafísico porque prescinde de la evolución, de la especiación como proceso que empieza con un acervo común y termina, si termina, con acervos separados y aislados. En ese grupo creciente de biólogos, dentro de él, lo que se discute es en qué punto del aislamiento genético puede hablarse de especies distintas3. Los autores, que creo que exponen un argumento muy razonable, creo que se extralimitan considerando el aislamiento total como una entelequia. Hay muchas especies relacionadas entre las cuales no se da ningún intercambio genético, aunque se encuentren cada vez más en que se da en algún grado. Apuestan por una delimitación más flexible y multimodal de las especies que tenga en cuenta los diversos criterios y definiciones del concepto y que incluya la morfología (especie fenética), la historia evolutiva (especie filogenética), la genética (grupo genético), la ecología (especie ecológica) y el grado de aislamiento reproductivo (especie biológica).

A continuación de estos razonamientos acerca de cómo podría y debería hacerse la delimitación de especies, los dos autores pasan a evaluar la distinción neandertal/sapiens a la luz de los mismos, examinando los umbrales que considera que han ido teniendo lugar.

Consideran traspasado el umbral fenético por las distintas anatomías de neandertales y sapiens: más achaparrados y robustos los primeros, formas craneales claramente distintas, presencia o ausencia de arcos ciliares conspicuos, falta de mentón en los neandertales, prognatismo neandertal, diferencias en los huesecillos del oído… también mencionan la ontogenia del cráneo: si bien al nacer ambos presentan un cráneo globoso, los sapiens mantienen esa forma toda su vida, mientras que en los neandertales se pierde pronto.

Umbrales de especies en el proceso de divergencia entre el Homo sapiens y los neandertales.

Una perspectiva diacrónica sobre la divergencia de los linajes de Homo sapiens y Neanderthal, donde los diferentes conceptos de especie y las propiedades taxonómicas en las que se basan se representan como "umbrales" que se cruzan en diferentes puntos en el tiempo (según de Queiroz 1998, 2007). Los umbrales se indican como tiras a cuadros. La fijación de caracteres distintos y taxonómicamente relevantes es una función del tiempo de divergencia. El orden propuesto para el umbral de especies solo sirve como una indicación aproximada.

Tienen en cuenta la tesis de algunos paleontólogos y biólogos de que si se agruparan los dos taxones en una sola especie, la variabilidad superaría en varios órdenes de magnitud la que presentan los otros primates. Consideran los surgimientos en períodos diferentes, al parecer muy alejados en el tiempo, y la divergencia morfológica para afirmar que también se ha superado el umbral filogenético. Este argumento me parece más bien débil y sujeto a muchas revisiones en un futuro próximo, además de que tiene una buena dosis de ambigüedad.

Es sabido que especies que irradian rápidamente tienen niveles de interflujo genético considerables, sin por ello perder la identidad separada de sus acervos genéticos. Sería el caso de las especies homininas de que se trata, con lo que se habría traspasado el umbral de grupo genético o genómico.

En cuanto al umbral ecológico, dejando a un lado la adaptación a climas fríos y fríos-templados de los neandertales y a fluctuaciones grandes de aridez y humedad de los sapiens antes de salir de África, sus razonamientos me parecen muy especulativos y sin suficiente certidumbre, como la adaptación de los neandertales a orografías accidentadas que permitían un rango menor de estrategias que las llanuras a las que se supone que estaban más adaptados los sapiens (citan un trabajo sobre los costes energéticos de desplazarse por las llanuras, mayores para los neandertales). Con esto que a mí me parece especulativo, dan por traspasado el umbral ecológico.

En lo que se refiere al aislamiento reproductivo, dan también por traspasado el umbral, reconociendo sin embargo que no es completo. Se apoyan para considerarlo suficiente en sus razonamientos sobre el flujo genético interespecífico expuestos al principio. Es el punto más débil de su argumentación.

Dedican unos extensos párrafos a la dimensión cultural. Sin decirlo, están intentando responder a los partidarios de la especie única que se apoyan en las prácticas culturales, un argumento fuerte, este de las culturas, de los que yo llamo unitaristas. Tienen poco que decir, a pesar de la longitud de los párrafos que le dedican al tema. Y su argumentación me parece desencaminada cuando acuden a la gran diversidad cultural de los sapiens actuales y la enfrentan a la poca diversidad de los neandertales en ese terreno. A mi modo de ver, la comparación es muy inadecuada y lo que debería compararse son las culturas neandertales y sapiens en el período de su coexistencia. Si se hace esa comparación, las semejanzas son impactantes: los arqueólogos son incapaces de determinar quiénes hicieron una herramienta si no está asociada a restos neandertales o sapiens; ambas especies se vestían (las diferencias en la vestimenta se refieren a si usaban prendas cosidas o bien a modo de capas, aunque los utensilios para coser cuero más antiguos se atribuyen a los sapiens muy bien podrían haber sido usados por los neandertales), ambos Homo dominaban y eran capaces de prender el fuego, utilizándolo de la misma manera; ambos tenían lenguajes articulados; ambos fabricaban y usaban alquitrán como pegamento e impermeabilizante; ambos enterraban a sus muertos; ambos hicieron manifestaciones simbólicas…

La posesión de lenguaje articulado por ambos grupos, probada mediante el estudio del oído interno de los neandertales, a la que no aluden en ningún momento, me parece sumamente relevante. Como rasgo muy complejo, el hecho de que fuera compartido me parece explicable solo de dos maneras: que fuese un rasgo específico, lo que apoyaría la unidad específica; o que estuviese presente ya, más o menos desarrollado, en el último ancestro común, ya fuese el Homo antecesor de Arsuaga y Bermúdez de Castro u otro aún no descubierto, lo que sería compatible con la hipótesis de las dos especies.

La alusión que hacen los dos autores a la pequeñez de los grupos y aislamiento de los neandertales es atribuible también a los sapiens, incluso en la actualidad, si nos referimos a los cazadores-recolectores, cuyo aislamiento, por cierto, no es tal, ya que participan en redes amplias de parientes y aliados. Lo mismo que al parecer hacían los neandertales, a juzgar por una familia extensa en que los hombres eran parientes entre ellos, pero las mujeres no, lo que no habría sido posible si no hubiese habido relaciones con otros grupos. En fin, que me parece la parte menos concluyente del artículo.

Artículo que por otro lado es muy interesante y no tanto por su tema concreto como por su valor como guía para la determinación de especies que rompe con el excesivo rigor de las definiciones que se han venido usando durante mucho tiempo y que llevan a más de una contradicción.

Las disputas sobre clasificación pueden parecer manías de los profesionales, sin ninguna trascendencia más que ver quién gana en la disputa. Es una idea equivocada. Esas disputas tienen consecuencias teóricas importantes. En el caso que nos ocupa, por ejemplo y ciñéndonos al lenguaje articulado, las consecuencias de optar por una sola especie o por dos especies distintas conlleva la consideración, en el primer caso, de la posibilidad de que ese lenguaje surgiera en esa especie y no existiese en el último antecesor común. La segunda opción conlleva que ese antecesor ya lo presentase.

Junio de 2025

1 Hasta hace un par de décadas, ese criterio no era cuestionado por los biólogos. Dicho sea de paso, dado que se trata de hechos que lo cuestionan, o se cambian los criterios para definir especies o se matiza este, cosa que me parece que aún no han hecho los biólogos. O bien se define nuevamente el concepto biológico de especie.

2 La calificación de metafísico o escolástico es mía, pero se ajusta a lo que los autores explican con otras palabras.

3 Lo cual me parece igual de escolástico o metafísico. Creo que más que discutir en qué punto del proceso se puede hablar de especies separadas lo que debería hacerse al hablar de especies relacionadas es explicitar el grado de aislamiento.

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