Julio Loras Zaera

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Profesor Francho de Fortanete A la luz de la ciencia. Biología y asuntos humanos

Por lo menos desde el romanticismo se ha creído que el genio artístico y la locura eran, como mínimo, parientes cercanos. Son muchos los poetas famosos de los siglos XVII y XIX -entre los ingleses, por ejemplo, William Blake, Lord Byron y Lord Tennyson- que dejaron testimonio de extremos cambios de humor. Muchos poetas modernos estadounidenses (lo siento, las fuentes de las que dispongo son anglosajonas), como John Berryman, Randall Jarrell o Anne Sexton, estuvieron hospitalizados algún tiempo por manía o por depresión. Y muchos pintores y compositores como van Gogh, O'Keeffe o Schumann sufrieron trastornos parecidos. Hay muchas evidencias anecdóticas de relación entre la psicosis maníacodepresiva o trastorno bipolar y el trastorno unipolar, por una parte, y el arte y la literatura, por otra.

La psicosis maníacodepresiva, que en algunos casos es una enfermedad espectacular, se caracteriza por la alternancia recurrente entre fases de euforia y de depresión profunda. En el trastorno unipolar, la persona afectada tiene períodos recurrentes de depresión grave, que se manifiesta, tanto en un trastorno como en el otro, por la apatía, la letargia, el abatimiento y la desesperación, las perturbaciones del sueño, la lentitud de los movimientos físicos y del pensamiento, fallos de memoria y de atención, imposibilidad de concentrarse y pérdida de interés por cosas que a todo el mundo le producen placer. También hay pensamientos suicidas, autoincriminación y sentimientos de culpabilidad desproporcionados. En los episodios de manía o hipomanía, los pacientes bipolares tienen un tono vital y una autoestima grandes, duermen poco y rebosan energía, la productividad de su pensamiento aumenta. A veces, los maníacos se vuelven paranoides o irritables, pueden hablar rápida y entrecortadamente y sus pensamientos fluyen con facilidad y saltan de un tema a otro de forma incesante. Suelen estar convencidos de que sus ideas son correctas e importantes, lo que les suele llevar a juicios equivocados y comportamientos impulsivos.

La psicosis maníacodepresiva la padece el 1 % de la población, más de un tercio de ellos antes de los 20 años. El trastorno unipolar lo sufre el 5 %, afectando dos veces más a las mujeres que a los hombres y soliendo empezar en la vida adulta.

Hay estudios biográficos, que tienden a la subjetividad si no se cuenta con historiales clínicos, que refuerzan la impresión de una correlación positiva entre los trastornos unipolar y bipolar y la creatividad. Uno de ellos se basa en las biografías de 1005 artistas, escritores y profesionales famosos del siglo XX. En él se muestra que las tasas de suicidio, trastornos mentales y consumo de drogas es entre dos y tres veces mayor entre artistas y escritores que entre hombres de negocios, científicos y personajes de la vida pública.

El primer estudio no anecdótico de la relación entre estos trastornos y la creatividad se debe a Nancy Andreasen (1970). Realizó entrevistas planificadas a 30 escritores y a grupos de control, utilizando criterios de diagnóstico rigurosos. El 80 % de sus escritores había sufrido al menos un episodio de depresión grave, hipomanía o manía. El 43 % tenía una historia de hipomanía o de manía. Estudiando a sus parientes, observó que realizaban o habían realizado trabajos creativos y sufrido trastornos psíquicos con más frecuencia que los controles.

En 1987, Kay Jamison estudió a 47 escritores distinguidos y artistas plásticos ingleses, miembros de número de la Real Academia, asociados a ella o con alguno de los más importantes premios de Londres o Nueva York. El 38 % había recibido tratamiento por algún trastorno psíquico. El 75 % de éstos había necesitado medicación, hospitalización o ambas cosas. La mitad de los poetas, la mayor frecuencia de todos los grupos, había necesitado una cura prolongada.

En un trabajo no publicado, Hagop y Kareen Akiskal, examinaron a 20 novelistas, poetas, pintores y escultores europeos galardonados. Dos tercios de ellos presentaron tendencias ciclotímicas o hipomaníacas recurrentes. La mitad había sufrido alguna depresión grave.

Stuart y Deirdre Montgomery estudiaron a 50 poetas ingleses modernos. La cuarta parte satisfacía los criterios del DSM-IV (un manual oficial de diagnóstico de trastornos psíquicos) para la depresión o la manía con depresión. La tasa de suicidios (una manera de morir frecuente entre quienes padecen los dos trastornos de que hablamos) en este grupo era seis veces más alta que la de la población general.

Hay estudios biográficos, que tienden a la subjetividad si no se cuenta con historiales clínicos, que refuerzan la impresión de una correlación positiva entre los trastornos unipolar y bipolar y la creatividad. Uno de ellos se basa en las biografías de 1005 artistas, escritores y profesionales famosos del siglo XX. En él se muestra que las tasas de suicidio, trastornos mentales y consumo de drogas es entre dos y tres veces mayor entre artistas y escritores que entre hombres de negocios, científicos y personajes de la vida pública. La propensión al suicidio de los poetas era 18 veces la de los no artistas. La psicosis maníacodepresiva presentaba una tasa 30 veces mayor en los artistas y escritores que en los otros personajes, y la tasa de internamiento en manicomios era en los primeros 20 veces la de los segundos.

De modo que parece haber una correlación positiva. Sin embargo, ello no significa que los artistas y los literatos sean maníacodepresivos o depresivos. La mayoría no lo son. Ni que los depresivos o los maníacodepresivos sean muy creativos. La mayoría no lo son.

Lo que puede significar es que las alteraciones del ánimo que significan esas enfermedades pueden ayudar de alguna manera a la creación artística y literaria. Ruth Richards y colaboradores crearon un sistema para evaluar la originalidad de ciertas tareas creativas y midieron con él la creatividad de una muestra de pacientes maníacodepresivos, encontrando que estos pacientes y sus parientes mostraban mayor grado de creatividad que los sujetos control y sus parientes.

Hay pruebas de que los rasgos cognoscitivos asociados a la hipomanía (pensamiento expansivo y actitudes grandiosas) incrementan el flujo de ideas y su frecuencia. Los hipomaníacos se ha visto que tienden a la rima y a asociaciones de sonidos más de diez veces por encima de los individuos no afectados. También suelen emplear palabras idiosincrásicas unas tres veces más que los demás. Pueden listar sinónimos y formar otras asociaciones de palabras con mucha más rapidez que los "normales". De modo que parece que el pensamiento gana en cantidad y en calidad, aumento que puede ir desde una suave aceleración hasta la total incoherencia. No se saben las causas de este estado mental alterado (la psicosis maníacodepresiva se trata empíricamente), pero parece claro que puede facilitar la formación de ideas y asociaciones únicas.

La psicosis maníacodepresiva y el proceso creador comparten otros rasgos no cognoscitivos: funcionar bien con pocas horas de sueño, concentración para trabajar intensamente, actitudes intrépidas y capacidad para experimentar y expresar emociones profundas y muy diversas. Además, el temperamento maníacodepresivo es como un sistema de alerta que reacciona rápida y poderosamente, respondiendo al entorno con una amplia gama de cambios emocionales, de comportamiento y energéticos. El continuo vaivén entre pensamientos angustiosos y expansivos, entre respuestas apagadas y violentas, entre el humor taciturno y la euforia, entre el retraimiento y la comunicación cálida, entre la frialdad y el entusiasmo pueden dar a quienes sean capaces de trascenderlo o controlarlo de alguna manera una versatilidad muy útil en el quehacer literario y artístico.

Esto en cuanto a la manía con depresión. La cosa me parece mucho más difícil de explicar, hoy por hoy, en el caso de la relación entre el trastorno unipolar y la creatividad.

© Julio Loras Zaera
Profesor Francho de Fortanete

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