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A partir de la década de 1970, el estudio de los chimpancés avanzó enormemente. La comparación de sus genes por medio del estudio de proteínas, confirmada después por el estudio directo del ADN, reveló que comparten con nosotros casi el 99 % de los genes. Este estudio reveló también que los chimpancés están más próximos genéticamente a nosotros que a ningún otro primate, incluidos los gorilas. El estudio de los chimpancés, por lo tanto, podía revelar rasgos homólogos (derivados de un ancestro común) y no sólo análogos (debidos a condiciones ambientales similares) entre ellos y nosotros.

En cautividad, los chimpancés han revelado una gran inteligencia en la resolución de problemas mentalmente y no por simple ensayo y error, como por ejemplo empalmar dos palos para llegar a un alimento que no alcanzaban con ninguno de ellos por separado. Han revelado gran capacidad simbólica, expresada en el aprendizaje del lenguaje de señas de los sordos (llegando a crear signos nuevos por combinación de dos o tres, aunque son incapaces de dominar una sintaxis) y en representaciones pictóricas a las que dan nombres (no son simples manchas de color, sino que tienen una estética rudimentaria: intentan centrarlas en el papel). Para muchos psicólogos (aunque hay quienes no están de acuerdo) tienen un cierto grado de autoconsciencia, revelado, por ejemplo, cuando se les pintan manchas en la frente sin que ellos se den cuenta y se les permite verse en un espejo: se llevan la mano a las manchas. También opinan muchos psicólogos que tienen lo que ellos llaman una teoría de la mente: son capaces de predecir las reacciones de los demás ante las situaciones. Esto último no sólo se ha puesto de manifiesto en el laboratorio, sino también en el campo: por ejemplo cuando un subordinado copula con una hembra que el macho alfa reserva para sí, disimula sus emociones, reprimiendo las vocalizaciones y tapándose la boca. O casos en que un chimpancé que encuentra un alimento codiciado no hace nada por cogerlo y espera que los demás se hayan ido.

Los chimpancés, además, construyen y utilizan habitualmente herramientas, como palitos para "pescar" hormigas, tiras de corteza para "pescar" termitas, palos y piedras que hacen de yunques y martillos para cascar nueces, ramitas para espantar moscas… y, lo que resultó más sorprendente, tienen tradiciones culturales diversas, es decir, comportamientos aprendidos socialmente por imitación distintos de unas comunidades a otras. Los primatólogos que estudian el comportamiento de los chimpancés han catalogado hasta 39 tradiciones distintas y no compartidas por todas las comunidades, tradiciones que van desde las herramientas, pasando por las técnicas de desparasitación, hasta posturas de aseo mutuo. Aquí me parece que tenemos un rasgo de conducta homólogo compartido por chimpancés y homínidos, siendo las diferencias, aunque inmensas, sólo de grado. Opino que la gran diferencia cuantitativa se debe, sin embargo, a una diferencia cualitativa: el lenguaje, que permite que las tradiciones no tengan como único medio de transmisión la imitación. En el uso de herramientas, se sabe cree que los primeros que tallaron la piedra fueron los homínidos de nuestro género. Los otros debieron de usar herramientas, pero sólo algo más elaboradas que las de los chimpancés. No creo que les falte a los chimpancés inteligencia para concebir herramientas de piedra tallada, como veremos en el artículo siguiente, sino solamente destreza y coordinación óculo-manual para construirlas.

Otro rasgo llamativo de los chimpancés es su dinámica social. En sus grupos hay una jerarquía de machos, que dominan a las hembras por su mayor fuerza, aunque sus tamaños respectivos sólo difieran un poco más que entre machos y hembras humanos, y otra de hembras. No sé que se haya estudiado mucho la jerarquía femenina (aunque una experiencia en el zoo holandés de Arnhem parece indicar que se construye de la misma forma que la masculina, en ausencia de machos). La jerarquía masculina, con un macho alfa que domina sobre toda la comunidad, que se suele reservar lo mejor de los alimentos más preciados, como la caza, que procura evitar que otros machos copulen con las hembras en lo más alto de su ciclo sexual y que mantiene la armonía en la comunidad, se diferencia de la de los babuinos en que se accede a los lugares más altos, no tanto por la fuerza como por la capacidad de construir alianzas propias y deshacer las de los demás. Esto hace que la duración de un "reinado" sea mucho más variable que entre los babuinos y no dependa tanto del deterioro físico del macho alfa y del aumento de vigor de los aspirantes. Otro aspecto interesante de cómo se construye y se destruye la jerarquía, éste visto en una colonia cautiva del zoo citado, es que las hembras también intervienen en ello. De ahí el interés del macho alfa en mantener la paz entre ellas. Todo esto nos revela que los chimpancés tienen un rudimento de "política" y un pensamiento maquiavélico: las alianzas son cambiantes y no parecen excesivamente influidas por lo que podríamos llamar "amistad".

Otro aspecto muy interesante de la conducta de los chimpancés son sus "guerras". En la divulgación se ha exagerado bastante sobre este asunto, hablando de encarnizados combates, muchas veces mortales, entre grupos de machos de comunidades vecinas. En realidad, cuando las patrullas rivales se encuentran, si los números de sus integrantes son parecidos, suelen limitarse a hacer exhibiciones con el pelo erizado y arrastrando y lanzando ramas y piedras, sin que se llegue al combate. Los combates se producen cuando hay gran diferencia de número entre los dos grupos, pero en ellos no se suelen producir muertes: el grupo más pequeño suele huir enseguida. Las muertes suelen producirse cuando un solo macho de una comunidad se encuentra con una patrulla de la vecina y, sobre todo, cuando los que se encuentran son una patrulla de machos y una o dos hembras que no están en estro y suelen ser muertes de crías.

Finalmente, nos queda la conducta sexual. Es bastante compleja. Las hembras muestran su receptividad mediante una conspicua hinchazón genital. El macho alfa suele intentar evitar que otros machos copulen con una hembra en lo más marcado de esta hinchazón, aunque otros machos pueden engañarlo. También para evitar que otros machos copulen con una hembra apetecible, algunos machos se la llevan unos días lejos del grupo cuando empieza la hinchazón. Y también sucede a veces que varios machos se turnen pacíficamente para copular con una hembra en estro. Esto se explica porque la competencia entre machos puede darse a nivel de esperma. A diferencia de los gorilas machos, que controlan harenes y de los orangutanes machos que suelen copular exclusivamente con las hembras cuyos territorios que se engloban en los suyos, los chimpancés tienen grandes testículos con cuyos espermatozoides compiten entre sí para dejar más descendencia.

Si admitimos que la de los chimpancés, dado su parentesco estrecho con nosotros, puede ser un modelo de la conducta de los homínidos, el panorama que nos presentan estas notas es el siguiente:

  1. Los homínidos tienen una elevada inteligencia, una capacidad simbólica, una autoconsciencia y una teoría de la mente heredadas del antepasado común con los chimpancés.

  2. La fabricación de herramientas y la creación de tradiciones culturales diversas no explicables en detalle por condiciones ecológicas también serían algo heredado del antecesor común.

  3. El antepasado común de chimpancés y homínidos tendría un comportamiento protopolítico que han heredado ambas líneas.

  4. La guerra también podría ser un rasgo homólogo de homínidos y chimpancés.

  5. Para una mayoría de biólogos, los seres humanos seríamos primariamente monógamos, mientras que la mayoría de los antropólogos no lo creen así. En el caso de la conducta sexual, los biólogos no hablarían de homología, mientras que algunos antropólogos sí lo harían.

La evaluación de estas proposiciones debe esperar al artículo siguiente, en el que junto al comportamiento de los bonobos, grupo hermano de los chimpancés, hablaré también de los argumentos encontrados de antropólogos y biólogos.

© Julio Loras Zaera
Profesor Francho de Fortanete